Luis LÓPEZ GALÁN & Alejandro ROJAS
El verde brillante de una frondosa arboleda envuelve el coche desde el que admiramos las Colinas del Bello Monte. A través de la ventana Caracas parece oler a naturaleza, a tierra que se debió humedecer por la mañana y que ya ha secado el sol de mediodía con un brillo que se hace especial al chocar en las hojas de las ceibas. Sin embargo, al abrir la puerta del coche la realidad vuelve a nuestra memoria y el aroma del café se mezcla con el lejano y ácido olor del vinagre que en otras zonas de la ciudad los caraqueños están utilizando para evitar los efectos de las bombas lacrimógenas. Venezuela lucha en estos momentos por recuperar la esencia que nunca se le debió arrebatar: su libertad.