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Un café (aventurero) en Bucaramanga... con Carolina Acuña

3/5/2014

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Luis LÓPEZ GALÁN & Alejandro ROJAS
Las nubes que cubren parcialmente un hermoso cielo azul dejan pasar algunos rayos de sol que nos reciben con una agradable temperatura al bajar del taxi. Hemos llegado al interior de un país en el que podemos disfrutar de manera literal del aroma del café envolviendo el ambiente: Colombia y la ciudad de Bucaramanga nos dan la bienvenida a su luz, sus verdes campos y su tradición cafetera. No en vano, más de 563.000 familias repartidas por todo el país se dedican al cultivo y la elaboración del café, que después es exportado a todo el mundo. La Federación Nacional de Cafeteros, creada en 1927, defiende los ingresos de los productores y garantiza la calidad en todo el proceso de elaboración de la bebida. Además, la Federación participó en la creación de Juan Valdez, el personaje de sombrero que aparece con su mula Conchita y las montañas de los Andes colombianos en el fondo y que ha llevado la marca de café colombiano 100% por todos los rincones del planeta.
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Granos de café por Lilian Wong en flickr
Llegamos tarde para la hora del almuerzo y cuando abrimos la puerta del Cinnamon Gourmet un suave aroma a café recién hecho y canela nos invita a relajarnos en la sobremesa de uno de sus modernos y cómodos rincones. Cuando empezamos a leer el menú una voz familiar nos hace mirar hacia la puerta, desde la que nuestra amiga Carolina corre hacia nosotros mientras nos saluda a voz en grito. El reencuentro nos hace rememorar tardes de confidencias y cenas relajadas en distintos momentos de nuestras vidas con esta gran amiga que nos recibe ahora en su ciudad. Café de las indias, espresso y café pintadito (espresso corto con leche vaporizada y espuma) son nuestra elección para calmar las emociones del momento.

Entre recuerdos y nostalgias y con la charla ya iniciada, Carolina nos habla de otros dos lugares que no debemos perdernos para disfrutar del sabor de Bucaramanga: Don Jacobo con sus postres y ponqués, una pastelería que nació en la ciudad y en la que, según nuestra amiga, las tortas, postres y pasteles son únicos (destacando la genovesa, su favorita), y las obleas en el área de Floridablanca, parecidas a las hostias de las iglesias y servidas con una gran variedad de ingredientes a elegir: queso, mora, nata, dulce de leche, etc. Floridablanca es, además, una de las zonas de mayor crecimiento y en ella se pueden visitar el Museo Guane sobre la cultura del pueblo indígena que habitaba esta zona y su Piedra del Sol, una roca usada en sus ceremonias, el Parque Santander, el Jardín Botánico Eloy Valenzuela y la Capilla de Santa Bárbara.

Bucaramanga es la capital de Santander, en el interior de Colombia, una zona que cuenta con una amplia oferta hotelera y gastronómica que, sumada a su actividad comercial e industrial la convierten en el punto idóneo para el turismo de negocios. Artísticamente, su mayor exponente en el centro de la ciudad lo conforma la Catedral de la Sagrada Familia, un imponente edificio completamente blanco cuya construcción terminó en el año 1887. Sin embargo, uno de los mayores atractivos de Bucaramanga es sin duda la multitud de posibilidades en cuanto a actividades deportivas se refiere, desde extensos y excelentes campos de golf como el Club Campestre de Bucaramanga o el Ruitoque Club, hasta deportes de aventura a las afueras de la ciudad. 

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Catedral de la Sagrada Familia por WebRatio en flickr
Aunque a Carolina le encanta su ciudad y no para de hablarnos de ella, entre sus recomendaciones no quiere olvidarse de mencionar la obligada visita a un pequeño pueblo accesible desde Bucaramanga con un encanto muy especial. Barichara, el pueblito más lindo de Colombia según las propias palabras de nuestra amiga, es una pequeña localidad edificada en piedra amarilla que según la leyenda se originó en el año 1702, fecha en la que un campesino aseguró que la imagen de la Virgen se le había aparecido tallada en una roca en el lugar en el que más tarde se levantó la Catedral de la Inmaculada Concepción, que hoy impresiona sostenida en su interior por diez columnas de cinco metros de altura. Las calles, casas, templos y el cementerio del pueblo forman un coqueto y original 'lugar para el descanso', traducción de Barichara en dialecto guane.
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Barichara por yonolatengo en flickr
Pero, como ya nos ha comentado Carolina, si por algo se conoce a la zona de Bucaramanga y Santander es por sus deportes y actividades extremas, al aire libre y de aventuras. Un segundo después de pagar la cuenta, con un repentino ímpetu aventurero y con la gracia del tono cantado de la voz de las colombianas, Carolina se levanta sin previo aviso y nos hace salir a la calle para tomar o casi tirarnos al primer taxi que aparece por la carretera. En el camino hacia el lugar al que ha decidido llevarnos, nuestra amiga alimenta nuestra curiosidad hablándonos del Parque Nacional de Chicamocha o 'el orgullo de los santandereanos', un parque localizado a las afueras de Bucaramanga que combina las atracciones naturales y de aventuras con un emotivo recorrido por la cultura, las costumbres y la historia de la región, todo ello en un enclave único en medio del Cañón del Chicamocha, que une Bucaramanga con la localidad de San Gil. La oferta del Parque del Chicamocha es amplísima: desde juegos y atracciones infantiles hasta un parque de cabras y avestruces, teleférico o tirolinas. El nombre del parque nos resulta familiar gracias a que lo comparte con nuestro alojamiento en Bucaramanga, el Hotel Chicamocha, que ya nos había sorprendido a nuestra llegada con sus habitaciones temáticas regionales como la Suite Giròn, la nuestra, con decoración de estilo colonial.
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Parque Nacional del Chicamocha por momentcaptured1 en flickr
El tiempo pasa rápido con la expresiva Carolina y los movimientos de sus manos al hablar y la carretera se abre ante nosotros a la inmensidad de la naturaleza. Cuando el taxi se detiene y gracias a las señales indicativas del lugar empezamos a percatarnos del plan que nuestra simpática amiga ha preparado para nosotros. Entre las actividades y deportes más famosos de la región, el parapente es el más conocido en San Gil y al parecer nuestros instructores ya nos están esperando con los arneses y demás indumentarias preparadas. Rápidamente, como para que no tengamos tiempo de meditar la situación, Carolina habla amigablemente con los monitores, que comienzan a poner sobre nosotros la equipación. Y así, de repente, cerramos los ojos mientras el aire suena cada vez más veloz en nuestros oídos y nos roza con mayor dureza las mejillas. Cuando los abrimos, bajo nuestros pies se extiende la sobrecogedora profundidad del Cañón del Chicamocha y la inmensidad de kilómetros verdes de naturaleza. En las alturas y con la dificultad añadida del viento y su fuerza esbozamos una sonrisa de agradecimiento. La magia nos espera en cualquier lugar: en el aroma del café recién hecho, en la sonrisa de una vieja amiga o en el vértigo de un acontecimiento inesperado. La magia existe en las pequeñas cosas esperando a que aprendamos a descubrirla. Gracias a Colombia y a Carolina, hoy cerramos el día con la lección aprendida.
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Ilustraciones: Aarón Mora, el ilustrador de Espresso Fiorentino.



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