Luis LÓPEZ GALÁN & Alejandro ROJAS
El calor seco y los rayos del sol de una bonita mañana de otoño nos reciben al bajar del taxi. Rodeados de la particular tierra rojiza de esta zona de Brasil llegamos hasta el corazón del barrio de Savassi. El trayecto desde el Aeropuerto de Confins se antoja eterno debido a los trabajos de mejora que luchan a contrarreloj por llegar a tiempo al Mundial de Fútbol Brasil 2014. Pese a todo, Belo Horizonte mantiene la calma entre la combinación de modernidad y tradición de sus calles y avenidas. El conjunto único de arquitectura da sus primeras muestras de originalidad al recibirnos en la Praça da Liberdade, repleta de edificios coloniales de múltiples colores dispuestos junto a serios bloques de oficinas y diseños Art-Decó, la mezcla perfecta que caracteriza a un país que es mucho más que samba, playas y carnaval.
El barrio de Savassi es el más ocioso y seguro de Belo Horizonte. Repleto de comercios, bares con música en directo, restaurantes y parques crea un agradable paseo por la 'Ciudad Jardín', como también es conocida gracias a sus 30 parques públicos y 200 zonas verdes que suman un total de más de dos millones de árboles repartidos por todo el territorio. Las calles agradables y llenas de gente de este barrio nos confunden sin embargo en nuestra búsqueda del lugar exacto en el que hemos quedado con Rafaela, amiga y compañera de trabajos y aventuras pasadas. Al intentar situarnos en algún mapa, la calidez y hospitalidad que ya conocíamos en nuestra amiga y que parece algo común en todos los brasileños sale más que nunca a relucir. Más de un viandante frena en seco sus actividades y caminos diarios para ayudarnos a encontrar el lugar de nuestra cita. Entre risas y frases en ese portugués exótico tan característico del país, Rafaela grita nuestros nombres mientras cruza la Rua Antonio de Albuquerque. Nuestro destino, el Café com Letras, estaba justo delante de nosotros esperando a que lo encontráramos.
El bonito reencuentro con Rafaela es uno de tantos en los que parece que el tiempo se detuvo desde la última despedida. Los recuerdos, las bromas y las sonrisas emocionadas nos envuelven por un instante en la misma magia que compartimos años atrás mientras caminamos ya hasta la puerta de acceso al Café com Letras. Nada más entrar, el olor intenso a distintos ingredientes desconocidos nos abren el apetito y nos recuerdan que ya hemos agotado la media mañana. El bar, repleto de libros, tiene un ambiente agradable y espaciosos rincones en los que a menudo se celebran exposiciones, proyectos culturales, veladas amenizadas por dj's y presentaciones y firmas de libros. La cultura que tanto gusta celebrar a los ciudadanos de Belo Horizonte se respira junto al aroma del café y rápidamente localizamos el menú para que Rafaela disfrute de su espresso y nosotros de nuestros capuccinos bien cargados que, recomendado por nuestra amiga, acompañamos del típico queijo de minas con doce de leite. La caipirinha era una de las primeras opciones en mente pero preferimos esperar a la noche para degustar la original y verdadera con la música jazz de fondo que anuncian para hoy los carteles del local.
El bonito reencuentro con Rafaela es uno de tantos en los que parece que el tiempo se detuvo desde la última despedida. Los recuerdos, las bromas y las sonrisas emocionadas nos envuelven por un instante en la misma magia que compartimos años atrás mientras caminamos ya hasta la puerta de acceso al Café com Letras. Nada más entrar, el olor intenso a distintos ingredientes desconocidos nos abren el apetito y nos recuerdan que ya hemos agotado la media mañana. El bar, repleto de libros, tiene un ambiente agradable y espaciosos rincones en los que a menudo se celebran exposiciones, proyectos culturales, veladas amenizadas por dj's y presentaciones y firmas de libros. La cultura que tanto gusta celebrar a los ciudadanos de Belo Horizonte se respira junto al aroma del café y rápidamente localizamos el menú para que Rafaela disfrute de su espresso y nosotros de nuestros capuccinos bien cargados que, recomendado por nuestra amiga, acompañamos del típico queijo de minas con doce de leite. La caipirinha era una de las primeras opciones en mente pero preferimos esperar a la noche para degustar la original y verdadera con la música jazz de fondo que anuncian para hoy los carteles del local.
Belo Horizonte, abreviada BH por sus ciudadanos, es la capital del estado de Minas Gerais y la tercera ciudad del país en cuanto a población. Protegida por la Sierra del Curral, durante los años 80 del siglo pasado se produjo la expansión y renovación de edificios y avenidas, lo que han hecho que Belo Horizonte se aleje de los productos turísticos brasileños por excelencia en el mundo, la samba y el mundialmente famoso carnaval, para convertirse en una metrópoli con una historia y un diseño en el que lo tradicional se encuentra con una brillante modernidad.
Para Rafaela, la mejor embajadora de Belo Horizonte, su ciudad es una gran urbe que sabe a pueblo pequeño gracias a su gente, su comida y su calor. Según nos comenta haciendo la ruta que debemos seguir, BH es conocida en Brasil por sus bellas mujeres y su vida nocturna en bares y discotecas. Sin embargo, la ciudad ofrece lugares imprescindibles como la Iglesia de San Francisco de Asís diseñada por el conocido arquitecto Oscar Niemeyer en 1943, que aunque recibió duras críticas por su atrevido diseño en sus primeros años, hoy se ha convertido ya en el icono artístico de la ciudad. El templo se encuentra en la Laguna de Pampulha, un lago artificial que congrega tres edificios más diseñados por el famoso arquitecto: el Iate Club, la Casa do Baile y el Museo de Arte de Pampulha, así como la Universidad Federal de Minas Gerais y el Estadio de Fútbol Mineirao, uno de los escenarios del Mundial 2014. Rafa nos recomienda la laguna por estos edificios de relevancia arquitectónica, aunque tampoco debemos dejar de visitar según nos dice el Mercado Central y su interesante diversidad de objetos y comida y la Plaza de la Estación con sus esculturas y fuentes danzantes frente a la renovada Estación de Tren que actualmente alberga el Museo de Artes Populares. A pesar de todos estos lugares, el favorito de nuestra amiga y el que parece ofrecer un encanto especial por encima de todos es la zona de la nombrada Sierra del Curral. En la sierra se puede hacer escalada e incluso llegar hasta la Plaza de las Mangabeiras con una de las vistas más espectaculares de la ciudad. Para hacerlo necesitaremos la ayuda de algún guía y deberemos visitarlo durante el día, ya que a horas nocturnas se convierte en una zona algo peligrosa. Otro lugar en el margen de la Sierra es la Praça do Papa o Plaza del Papa, también con unas hermosas vistas. Originalmente Praça Israel Pinheiro, su nombre cambió popularmente cuando en el año 1980 el papa Juan Pablo II ofreció una multitudinaria misa ante más de 850.000 personas en las que exclamó: "Desde aquí se pueden ver las montañas y Belo Horizonte, pero sobre todo cuando se mira a ustedes es que uno puede decir: ¡qué bello horizonte!". Las vistas y lo agradable y espacioso de su conjunto hacen que sea el lugar ideal para disfrutar de un picnic al atardecer.
Para Rafaela, la mejor embajadora de Belo Horizonte, su ciudad es una gran urbe que sabe a pueblo pequeño gracias a su gente, su comida y su calor. Según nos comenta haciendo la ruta que debemos seguir, BH es conocida en Brasil por sus bellas mujeres y su vida nocturna en bares y discotecas. Sin embargo, la ciudad ofrece lugares imprescindibles como la Iglesia de San Francisco de Asís diseñada por el conocido arquitecto Oscar Niemeyer en 1943, que aunque recibió duras críticas por su atrevido diseño en sus primeros años, hoy se ha convertido ya en el icono artístico de la ciudad. El templo se encuentra en la Laguna de Pampulha, un lago artificial que congrega tres edificios más diseñados por el famoso arquitecto: el Iate Club, la Casa do Baile y el Museo de Arte de Pampulha, así como la Universidad Federal de Minas Gerais y el Estadio de Fútbol Mineirao, uno de los escenarios del Mundial 2014. Rafa nos recomienda la laguna por estos edificios de relevancia arquitectónica, aunque tampoco debemos dejar de visitar según nos dice el Mercado Central y su interesante diversidad de objetos y comida y la Plaza de la Estación con sus esculturas y fuentes danzantes frente a la renovada Estación de Tren que actualmente alberga el Museo de Artes Populares. A pesar de todos estos lugares, el favorito de nuestra amiga y el que parece ofrecer un encanto especial por encima de todos es la zona de la nombrada Sierra del Curral. En la sierra se puede hacer escalada e incluso llegar hasta la Plaza de las Mangabeiras con una de las vistas más espectaculares de la ciudad. Para hacerlo necesitaremos la ayuda de algún guía y deberemos visitarlo durante el día, ya que a horas nocturnas se convierte en una zona algo peligrosa. Otro lugar en el margen de la Sierra es la Praça do Papa o Plaza del Papa, también con unas hermosas vistas. Originalmente Praça Israel Pinheiro, su nombre cambió popularmente cuando en el año 1980 el papa Juan Pablo II ofreció una multitudinaria misa ante más de 850.000 personas en las que exclamó: "Desde aquí se pueden ver las montañas y Belo Horizonte, pero sobre todo cuando se mira a ustedes es que uno puede decir: ¡qué bello horizonte!". Las vistas y lo agradable y espacioso de su conjunto hacen que sea el lugar ideal para disfrutar de un picnic al atardecer.
Entre café y café la hora de comer se nos ha echado encima y Rafa propone caminar hasta el cercano restaurante Maria das Tranças para disfrutar de la comida típica de la región y del país. Dejamos el Café com Letras y mientras nos dirigimos hacia la Praça Diamantina la arquitectura cruzada de típicos colores coloniales y bloques de ventanas-espejo se apoderan de todo nuestro campo de visión. En el trayecto, Rafa menciona dos visitas que todo viajero que llega hasta Belo Horizonte no puede dejar de hacer a las afueras de la ciudad. La primera de ellas, a una hora de distancia, es la pequeña localidad de Ouro Preto, un pueblo encantador fundado en el año 1711 conocido por su oro en la época de la esclavitud y declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO. Perderse por sus callejuelas coloniales de piedra entre las montañas es un placer para los sentidos. La segunda visita cerca de BH es el Instituto y Museo Inhotim, una enorme colección de arte contemporáneo que se fusiona a la perfección con el enclave en el que se encuentra: un gran bosque tropical. Desde Belo Horizonte se puede tomar un autobús que en más o menos una hora recorre los 60 kilómetros que separan el museo del centro.
El restaurante Maria das Tranças nos ofrece un acogedor y familiar ambiente al llegar, como el que vuelve a casa a comer la típica comida de la abuela. Aunque Rafaela está enamorada de las hamburguesas del Duke'n'Duke a las que considera sin ninguna duda las mejores del mundo, hoy quería ofrecernos los platos típicos de su país y para ello nada mejor que el restaurante en el que ya hemos encontrado la mesa perfecta para nosotros. En este ambiente tradicional, Rafa ordena pollo con okra (hortaliza también conocida como quimbombó) y también feijao tropeiro, plato típico elaborado con un tipo especial de judías. Comida enérgica para aguantar los ritmos de samba que aún nos esperan en este país tan particular.
El restaurante Maria das Tranças nos ofrece un acogedor y familiar ambiente al llegar, como el que vuelve a casa a comer la típica comida de la abuela. Aunque Rafaela está enamorada de las hamburguesas del Duke'n'Duke a las que considera sin ninguna duda las mejores del mundo, hoy quería ofrecernos los platos típicos de su país y para ello nada mejor que el restaurante en el que ya hemos encontrado la mesa perfecta para nosotros. En este ambiente tradicional, Rafa ordena pollo con okra (hortaliza también conocida como quimbombó) y también feijao tropeiro, plato típico elaborado con un tipo especial de judías. Comida enérgica para aguantar los ritmos de samba que aún nos esperan en este país tan particular.
Los sabores son intensos, los olores agradables y la conversación alegre y dinámica. Todo invita al disfrute y a dejarse llevar por el placer del momento, algo que los brasileños saben hacer y enseñan al mundo como nadie. Brasil está a las puertas de acontecimientos mundiales de una importancia que para el país es clave y que indicarán su fortaleza ante un mundo que no se lo ha puesto demasiado fácil. Los obstáculos y los cambios inesperados en el camino son algo a lo que este país ya está de sobra acostumbrado y algo que está totalmente asegurado es que la entereza y dignidad con la que siempre llegan hasta el final volverá a sorprender al mundo.
Nuestro día va acabando entre bromas y sabores recién descubiertos y el momento de volver a la realidad se acerca poco a poco a Rafa, lo que indica que una nueva despedida y su deber de parar otra vez el tiempo está por llegar. Nos invade entonces un sentimiento sin traducción, saudade, la sensación del que añora lo que se está por perder. Sin embargo, con la energía y el calor de la gente de Belo Horizonte y la que nuestra amiga la nos entrega desde su bonita sonrisa ahogamos la melancolía en dulce de leche y ya sin el sabor amargo de la tristeza entornamos los ojos cegados por los rayos del sol intentando ver a duras penas ese horizonte que, como dijo hasta un papa, convierten las gentes de esta ciudad en el más bello del mundo.
Nuestro día va acabando entre bromas y sabores recién descubiertos y el momento de volver a la realidad se acerca poco a poco a Rafa, lo que indica que una nueva despedida y su deber de parar otra vez el tiempo está por llegar. Nos invade entonces un sentimiento sin traducción, saudade, la sensación del que añora lo que se está por perder. Sin embargo, con la energía y el calor de la gente de Belo Horizonte y la que nuestra amiga la nos entrega desde su bonita sonrisa ahogamos la melancolía en dulce de leche y ya sin el sabor amargo de la tristeza entornamos los ojos cegados por los rayos del sol intentando ver a duras penas ese horizonte que, como dijo hasta un papa, convierten las gentes de esta ciudad en el más bello del mundo.
Ilustración: Aarón Mora, el ilustrador de Espresso Fiorentino.
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