Luis LÓPEZ GALÁN
Tras un largo vuelo y con la mente preparada para la explosión de sensaciones que se produce al aterrizar en cualquier punto del continente asiático, llegamos a China con un agotamiento que se traduce en la manera apaciguada con la que uno debe enfrentarse al país. Las costumbres, manías y maneras de vivir de su gente se dejan ver desde el mismo aeropuerto y la mezcla de modernidad y cultura milenaria sale a relucir en cualquier esquina insospechada. En una de ellas, un taxi nos espera para transportarnos directamente a una de las ciudades más carismáticas del país: la protectora y legendaria Baoding.
Hasta los años 60 del siglo XX, Baoding fue considerada como la más importante de todas las ciudades que forman la provincia de Heibe, situada entre las montañas de Taihang y la planicie del este y ocupada por 11 millones de personas. La ciudad fue construida durante la Dinastía Song (entre los años 960 y 1270) y su nombre significa 'protectora de Dadu y del mundo'. Lo que en aquella época era conocido como Dadu es hoy la actual Pekín (Beijing), capital de China. Por tanto, la creación de Baoding como la puerta al sur de la capital se debió a su cercanía con ésta (137 km. al sur) y a su carácter protector, lo que le dio una enorme importancia política y militar. Actualmente es sencillo llegar desde Pekín gracias a las líneas de tren de la Beijing-Guangzhou Railway Line, con la que el trayecto dura aproximadamente una hora, o con los autobuses Beijing-to-Shijiazhuang Expressway con un recorrido estimado de una hora y treinta minutos para llegar desde la capital a Baoding.
Sin pretenderlo, hemos llegado con nuestro taxi hasta el lugar donde habíamos concertado una cita con una buena amiga en las mismas puertas del famoso Gu Lian Hua Chi o Antiguo Jardín de Loto. Al vernos, Nouya bromea pretendiendo una forzada reverencia que culmina en risas mientras corre hacia nosotros. El reencuentro se transforma en un intercambio de sensaciones sobre nuestra llegada que muestra en parte las propias diferencias entre Oriente y Occidente. Nouya nos invita a entrar al Jardín de Loto y, como parece que es habitual en Asia, todo cambia. Los edificios agolpados, el ruido, los coches y las bicicletas de las calles de Baoding se transforman al traspasar las puertas del jardín en un oasis de paz alrededor de un gran lago repleto de flores de loto. De hecho, parece que hubiera más loto que agua, que apenas se aprecia. Se trata de uno de los jardines más antiguos y apreciados de toda China y su característico y elegante puente Wanhong, con tradicionales ornamentaciones chinas en su arquitectura, crea lo que todos imaginamos antes de llegar a un destino asiático. El jardín fue construido en el año 675 durante la Dinastía Tang y en su interior, además del lago, alberga un museo con estelas antiguas escritas con caligrafías de siglos pasados y todos los 7.240 volúmenes del único manuscrito Budista que existe. Aunque la belleza del lugar invita a apreciarlo en silencio y disfrutando de la agradable visión, pasados unos segundos Nouya nos conduce de nuevo a la salida, donde un taxi nos espera para llevarnos a otro famoso parque a las afueras de la ciudad.
Sin pretenderlo, hemos llegado con nuestro taxi hasta el lugar donde habíamos concertado una cita con una buena amiga en las mismas puertas del famoso Gu Lian Hua Chi o Antiguo Jardín de Loto. Al vernos, Nouya bromea pretendiendo una forzada reverencia que culmina en risas mientras corre hacia nosotros. El reencuentro se transforma en un intercambio de sensaciones sobre nuestra llegada que muestra en parte las propias diferencias entre Oriente y Occidente. Nouya nos invita a entrar al Jardín de Loto y, como parece que es habitual en Asia, todo cambia. Los edificios agolpados, el ruido, los coches y las bicicletas de las calles de Baoding se transforman al traspasar las puertas del jardín en un oasis de paz alrededor de un gran lago repleto de flores de loto. De hecho, parece que hubiera más loto que agua, que apenas se aprecia. Se trata de uno de los jardines más antiguos y apreciados de toda China y su característico y elegante puente Wanhong, con tradicionales ornamentaciones chinas en su arquitectura, crea lo que todos imaginamos antes de llegar a un destino asiático. El jardín fue construido en el año 675 durante la Dinastía Tang y en su interior, además del lago, alberga un museo con estelas antiguas escritas con caligrafías de siglos pasados y todos los 7.240 volúmenes del único manuscrito Budista que existe. Aunque la belleza del lugar invita a apreciarlo en silencio y disfrutando de la agradable visión, pasados unos segundos Nouya nos conduce de nuevo a la salida, donde un taxi nos espera para llevarnos a otro famoso parque a las afueras de la ciudad.
Aunque únicamente podemos entendernos con él gracias a las traducciones de Nouya, nuestro taxista es simpático y sonríe a todo lo que decimos o preguntamos. Transcurridos unos minutos, nuestra amiga decide parar en otro enclave que a su parecer merece la pena visitar. Se trata de la Oficina del Gobernador Provincial de Zhili, como antiguamente se conocía a la provincia de Heibi. Hoy en día el edificio está abierto al público y su decoración y arquitectura son típicamente chinas. Su rica ornamentación se debía a que la estratégica situación de la ciudad otorgaba un poder especial al gobernador de la misma por parte del emperador.
No demasiado lejos, o al menos así nos lo parece con nuestro taxi, Nouya detiene de nuevo la marcha al encontrarnos con el Jardín Botánico de la ciudad. Aunque lo vemos desde sus puertas, el jardín ocupa una amplia extensión que comienza con un bonito reloj de sol rodeado por columnas y por signos del zodiaco chinos. Desde aquí es posible alquilar un pequeño vehículo conducido por un guía para explorar el jardín, rebosante de bambúes y distintas flores y plantas exóticas. De nuevo en el taxi, comenzamos a salir de la ciudad y las montañas se convierten en nuestras inesperadas compañeras de viaje. Según nos cuenta Nouya, en estas montañas se encuentran excavadas las tumbas de la Dinastía Qing; en total 10 emperadores que conquistaron esta zona de China desde el año 1644. Actualmente el complejo admite visitas que, al encontrarse en las zonas altas de los montes, se convierten en una gran experiencia en la que el visitante necesita usar los tele-sillas dispuestos por la montaña para llegar a las diferentes tumbas de los 76 miembros de la realeza que aquí están enterrados: emperadores, emperatrices, príncipes y princesas. Aunque se puede acceder a la mayoría, solamente la tumba de Chong admite visitas a la especie de palacios que excavaban junto a las sepulturas más grandes. Las más interesantes, sin duda, son las que aún guardan los restos de las esculturas revestidas con jade verde en las que se introducían los cuerpos de los reales difuntos para cerciorar su viaje a la eternidad.
Entre estos parajes se encuentran dos recintos naturales de suma importancia para la población de la zona. Uno de ellos es el Monte Langya, conocido históricamente por ser el lugar donde cinco valientes soldados contuvieron a los invasores japoneses. Además, su nombre significa 'dientes de lobo' y al llegar a la cima por caminos angostos uno queda rodeado por los diferentes picos que la rodean y que se asemejan a los colmillos de estas fieras. El otro recinto lo forma el Parque Nacional Yesanpo, con impresionantes acantilados, cuevas y árboles de sándalo de más de 1000 años de antigüedad. Y si ambos parajes representan el orgullo de los habitantes de Baoding, las famosas esferas chinas o Kung Fu Chio no se quedan atrás. Se trata de dos instrumentos en forma de esfera de metal con carácter terapéutico que ayudan a la salud al hacerlas girar en la palma de la mano. Las esferas chinas provienen de Baoding y se dice que gracias a ellas la longevidad de sus lugareños es famosa en todo el mundo.
No demasiado lejos, o al menos así nos lo parece con nuestro taxi, Nouya detiene de nuevo la marcha al encontrarnos con el Jardín Botánico de la ciudad. Aunque lo vemos desde sus puertas, el jardín ocupa una amplia extensión que comienza con un bonito reloj de sol rodeado por columnas y por signos del zodiaco chinos. Desde aquí es posible alquilar un pequeño vehículo conducido por un guía para explorar el jardín, rebosante de bambúes y distintas flores y plantas exóticas. De nuevo en el taxi, comenzamos a salir de la ciudad y las montañas se convierten en nuestras inesperadas compañeras de viaje. Según nos cuenta Nouya, en estas montañas se encuentran excavadas las tumbas de la Dinastía Qing; en total 10 emperadores que conquistaron esta zona de China desde el año 1644. Actualmente el complejo admite visitas que, al encontrarse en las zonas altas de los montes, se convierten en una gran experiencia en la que el visitante necesita usar los tele-sillas dispuestos por la montaña para llegar a las diferentes tumbas de los 76 miembros de la realeza que aquí están enterrados: emperadores, emperatrices, príncipes y princesas. Aunque se puede acceder a la mayoría, solamente la tumba de Chong admite visitas a la especie de palacios que excavaban junto a las sepulturas más grandes. Las más interesantes, sin duda, son las que aún guardan los restos de las esculturas revestidas con jade verde en las que se introducían los cuerpos de los reales difuntos para cerciorar su viaje a la eternidad.
Entre estos parajes se encuentran dos recintos naturales de suma importancia para la población de la zona. Uno de ellos es el Monte Langya, conocido históricamente por ser el lugar donde cinco valientes soldados contuvieron a los invasores japoneses. Además, su nombre significa 'dientes de lobo' y al llegar a la cima por caminos angostos uno queda rodeado por los diferentes picos que la rodean y que se asemejan a los colmillos de estas fieras. El otro recinto lo forma el Parque Nacional Yesanpo, con impresionantes acantilados, cuevas y árboles de sándalo de más de 1000 años de antigüedad. Y si ambos parajes representan el orgullo de los habitantes de Baoding, las famosas esferas chinas o Kung Fu Chio no se quedan atrás. Se trata de dos instrumentos en forma de esfera de metal con carácter terapéutico que ayudan a la salud al hacerlas girar en la palma de la mano. Las esferas chinas provienen de Baoding y se dice que gracias a ellas la longevidad de sus lugareños es famosa en todo el mundo.
Dejando atrás las montañas y la propia ciudad de Baoding, el taxi nos lleva hasta la entrada de lo que parece una amplia zona verde repleta de gente. Hemos llegado al denominado People's Park o Parque de la gente y, haciendo honor a su nombre, son muchas personas las que entran y salen del lugar. El recorrido hasta aquí cuesta unos 14 dólares en taxi y al adentrarnos en él descubrimos el porqué de la elección de Nouya. El enorme parque está ocupado por gente en bicicletas y paseando, niños jugando a la pelota y señores mayores que tocan el erhu, instrumento de cuerda chino, y entonan lo que parecen canciones tradicionales. Todo es alegría y convivencia en esta gran zona verde en la que Nouya busca un sitio para sacar de su mochila un termo de té de jazmín y algunos vasos. Aunque la temperatura es agradable, el calor del té y su rico aroma convierten la experiencia en algo mucho más trascendental. Como siempre, nuestra mirada de Occidente encuentra en las costumbres orientales el sosiego perdido en las avenidas de la grandes ciudades del otro mundo, el nuestro. Hasta nuestros oídos llega el agudo soniquete del erhu más cercano y de las canciones entonadas por una anciana sonriente. Aunque no entendemos lo que dice, estamos seguros de que sus letras hablan de calma, paz y convivencia.
Ilustraciones: Aarón Mora, el ilustrador de Espresso Fiorentino.
Quizá te interese...
|
|
|