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Un café (exótico) en Bali... con Wirya Panca Saputra

12/4/2014

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Luis LOPEZ GALAN
Ngurah Rai es uno de esos aeropuertos que tienen la capacidad de poner el vello de punta a cualquiera, sobre todo a los poco amigos de lo cardíaco. Desde las alturas, las islas que conforman Indonesia se dejan apreciar entre la bruma de las olas y el profundo azul de medianoche que se va transformando en turquesa con lentitud, como si se quisiera deshacer poco a poco, con suavidad, para no manchar la orilla blanca de la costa balinesa. En el mismo momento en el que el avión comienza a descender, el horizonte adopta el color verde de la jungla, de la naturaleza salvaje. Debajo, como si fuera una brecha de asfalto sin cicatrizar, nos espera una pista de aterrizaje estrecha, circundada en ambos extremos por las aguas del Océano Índico. A su alrededor aguarda también el que es, sin duda, uno de los destinos más deseados por los viajeros de medio mundo: la isla de Bali en Indonesia.
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Históricamente, se dice que los primeros integrantes del pueblo balinés emigraron a través de Asia Central para establecerse en la isla hacia el 2500 a.C., uniéndose años después a ellos un numeroso grupo hindú que comenzó a formar la base de la sociedad del lugar. Más tarde, en 1597, los primeros europeos llegaron a Bali de la mano del explorador holandés Cornelis Houtman, que estableció una colonia comercial explotada por la Compañía Holandesa de las Indias Orientales. Los holandeses ocuparon el territorio hasta la Segunda Guerra Mundial, que trajo a los japoneses hasta 1945, fecha en la que Indonesia se declaró finalmente independiente, uniéndosele Bali como una de sus provincias en el año 1948.

Dejando atrás el Aeropuerto Ngurah Rai, nuestro viaje continúa siguiendo la costa a través de la Playa de Kuta, con su oleaje completamente abarrotado de surfistas a la espera de las mejores oportunidades de diversión. Cabe añadir llegados a este punto que para entrar en Bali es necesario pagar una visa de unos 25 dólares (USD), siendo importante citar que no hay cajeros automáticos o ATM en la zona de llegadas, por lo que es preferible llevar el dinero de antemano.

Siguiendo nuestro camino, algo más adelante, junto a una playa de arena más oscura, nuestro amigo Wirya nos da la bienvenida oficial a Indonesia con una amplia sonrisa, demostrando así la simpatía, amabilidad y cercanía de los habitantes de la isla de Bali, un lugar de ensueño.

Wirya vive y trabaja en este pequeño paraíso y para que poco a poco podamos sumergirnos en su magia tropical, nos invita a uno de sus bares favoritos en Denpasar, la capital de Bali, donde nos encontramos, el Bali Joe. Ante la invitación, aceptamos encantados: la mejor y casi única manera de viajar a la realidad de un lugar es mezclarse con sus habitantes. 
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Ulun Temple por Jimmy McIntyre en Flickr
Ya con nuestro frapuccinos helados encima de la mesa del bar Bali Joe, Wirya enumera los atractivos de Denpasar, quizá los que no solemos imaginar al pensar en el exotismo de esta parte del mundo, tales como el Museo de Bali de 1932, los mercados Badung y Kumbasari, con artesanías, bebidas tropicales, frutas y especias, o el Templo Pura Jagatnatha, con un llamativo altar central dedicado al dios Siva. En Indonesia, la Constitución garantiza la libertad de religión, salvo que no se encuentre dentro de las cinco a las que se otorgó oficialidad: Budismo, Hinduismo,Islam, Catolicismo y Protestantismo. Los templos hindúes y budistas son, en concreto, los más famosos y característicos, repletos de estatuillas, figuras de distintos colores, animales y plantas tallados en la piedra, aromas de incienso y torres puntiagudas. Su singular arquitectura, acompañada de la exuberante naturaleza selvática, los convierten en auténticas maravillas para los sentidos. Según nuestro amigo, en Bali existen casi 10.000 templos, si bien nos sugiere sus favoritos: Pura Tanah Lot, un templo construido sobre una roca en medio del agua; Pura Uluwatu, del siglo X, uno de los más espectaculares, y Pura Besakih, en la ladera del Monte Agung.

Cercana a Denpasar, la ciudad y zona costera de Kuta, además de los surfistas que ya hemos podido ver, ofrece una de las zonas comerciales y de ocio y restaurantes más concurridas de la provincia, alrededor de las calles Jalan Legian, Jalan Pantai Kuta y Poppies Lane II. Al norte de Kuta, muy cerca a las calles de la ciudad, el área de Seminyak se ha convertido en los últimos tiempos en una de las más concurridas por los que buscan la calma y la tranquilidad en instalaciones y alojamientos de lujo.

Siendo Bali un destino exótico y tropical, su costa y sus playas son probablemente lo más destacado a nivel internacional. Sin embargo, nuestros ojos brillan al escuchar a Wirya hablar de las ciudades de la isla. Y como parece notarlo, el balinés nos recomienda otros dos pueblos del lugar: el pintoresco y bohemio Ubud, repleto de galerías de arte y espectáculos de danzas tradicionales, y Singapadu, que conserva la vida más real de Bali, alejada del turismo.
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Baile Legong en Bali por smagdali en Flickr
Afortunadamente, la naturaleza del país y concretamente de la isla de Bali sigue intacta. Así, el lugar cuenta con exponentes naturales tales como el volcán Batur, que todavía permanece activo y en ocasiones expulsa humo y cenizas, y el volcán Bratan, inactivo y con un hermoso lago en el que se levanta el templo Pula Ulun Danu. Según nos dice Wirya, la pequeña y alargada torre del templo se refleja en las aguas del lago con las hermosas montañas como telón de fondo. Los paisajes inigualables de Indonesia continúan también en el Parque Nacional de Bali Occidental - Barat, un espacio de 190km con zonas selváticas vírgenes, una playa de 1km repleta de pequeñas islas y arrecifes y un lugar clave para la cultura balinesa, Teluk Terima. Se dice que, en la antigüedad, un muchacho muy guapo llamado Jaya Prana vivía en este área con su amada, la hermosa Layon Sari. Tan bella era la joven que el rey decidió que la chica debía ser su esposa. Para ello, mandó matar a Jaya Prana en el mismo lugar donde se levanta hoy un pequeño templo. Layon Sari, al ver a su amado muerto, se quitó la vida junto a él. Actualmente, el lugar es visitado por muchos balineses atraídos por la leyenda de los dos jóvenes.

Al hilo de lo anterior, la identidad de los habitantes de Bali está fuertemente ligada a su cultura, para ellos imprescindible y la base de su sociedad, que además dista bastante del resto de las costumbres del país. A pesar de la afluencia de turistas desde todas partes del mundo, los balineses luchan por conservarla, algo que puede apreciarse en la infinidad de danzas tradicionales que se bailan en la isla y que siempre tienen un fin dramático, como obras teatrales. Así, por ejemplo, la danza más popular, denominada Kecak, se produce al son de un coro de voces que imita el sonido de los monos en libertad mientras bellas bailarinas realizan sus movimientos. El baile del Barong y Rangda, por otro lado, es el que más suele gustar a los turistas y tiene un significado muy especial para los habitantes. En él, una especie de perro grande llamado Barong y otro animal fantástico de pelo blanco que se hace llamar Rangda y que lleva colgando en su dentadura los intestinos de sus víctimas, representan el bien y el mal en una danza milenaria. Son tantos los tipos de bailes balineses que es imposible enumerarlos, aunque puede que el más bello sea el llamado Legong, bailado por niñas. Como dato curioso de la cultura balinesa, merece la pena saber que en la isla siguen dos calendarios: el occidental y que todos conocemos, y el denominado calendario Saka, 79 años menos y en el que un mes tiene 35 días y un año 420.

Dejando las costumbres populares a un lado, si además de amante de la naturaleza, el visitante es un auténtico aventurero, la isla ofrece a su vez dos destinos salvajes a los que llegar atravesando la flora y fauna del lugar: las Cascadas Goa Batu, en el centro de Bali, y GitGit y las Cascadas Gemelas, impresionantes por su altura y la belleza de sus alrededores.

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Playa Nusa Dua por sektordua en Flickr
Pero, sin duda, la razón por la que viajar a Bali es casi un sueño generalizado son sus playas, desde algunas privadas como Finn's Beach Club y su arena blanca frente al océano, hasta la Cala Green Bowl, completamente virgen. Salvaje e inexplorada también es la de Nusa Dua, al sur de la isla o la de la isla de Menjangan, dentro del anteriormente citado Parque Nacional y la que cuenta con las mejores aguas en las que practicar snorkel. Otras playas más turísticas, con cafés y restaurantes, son las de Dreamland o la Cala Blue Point.

Con todas las recomendaciones de Wirya, nuestros frapuccinos se han agotado del todo. Y sin café, nos cuesta mantenernos dentro de un local sin apreciar la belleza tropical de esta impresionante isla de Indonesia. Así, con la enorme sonrisa de nuestro amigo balinés, preferimos dejar la conversación a un lado y partir hacia la playa de Pandawa, que antes era conocida como playa secreta. ¿Conseguiremos descubrir la razón? 
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Ilustraciones: Aarón Mora, el ilustrador de Espresso Fiorentino.



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