Luis LÓPEZ GALÁN
Confirmado: hay vida más allá de las macro-discotecas y los restaurantes de lujo de Ibiza. Lejos de ese mundo de maquillaje y pretensión, la isla guarda un carácter espiritual que la convierte en uno de esos puntos del planeta con una energía particular y única que activa el sexto sentido de las mentes más despiertas. Pero, como todas las cosas valiosas, la otra cara de Ibiza no se muestra fácilmente.
El sol, la fiesta y el lujo son probablemente tres de los aspectos más destacados cuando alguien, en general, piensa en Ibiza, algo que el pomposo mundo del turismo marítimo en el Mediterráneo y la vida nocturna han conseguido a fuerza de publicidad y billetes en las últimas décadas. Pero la más famosa de las islas pitiusas esconde su personalidad bohemia entre esta maraña de ajetreo veraniego y música electrónica, lejos, en sus calas más recónditas y en las zonas rurales del centro, donde todavía las carreteras se convierten en caminos de arena. Allí es donde se dirigen los pasos del viajero, y no del turista, así sople el viento por poniente o por levante.
LA IBIZA HIPPY
Dicen que la libertad de Ibiza ha existido siempre, desde tiempos remotos, unida a las costumbres más tradicionales de sus gentes, lo que junto a la llegada de jóvenes, en su mayoría americanos huyendo de su país en protesta por la Guerra de Vietnam y que, siguiendo el movimiento hippie, desembarcaron a golpe de tambor y colores en la isla, la convirtieron desde los años 60 del siglo XX en un auténtico centro de peregrinaje del movimiento. Ellos trajeron sus aires de apertura, pero la isla contaba por sí misma con una importante fama de lugar místico, de paraje de leyenda y sus bellos paisajes eran ya en la época cartaginense considerados como sagrados. El islote mágico de Es Vedrá, nombre que recibe una puntiaguda superficie rocosa situada frente a la costa suroeste, es quizá el punto que más leyendas y fama aglutina, ya que dicen que adquirió propiedades de acumulación de energía al separarse de Ibiza. Su fama en este ámbito es tal que hasta se le ha llegado a relacionar con avistamientos de ovnis.
A pesar de que con la llegada del turismo masivo a finales de los 70 y en los 80 del siglo pasado el movimiento hippie fue perdiendo fuerza en la isla, lo cierto es que todavía hoy es posible encontrar resquicios de lo que un día trajeron aquellos jóvenes y sus cánticos de libertad. Frente a Es Vedrá, por ejemplo, se sitúa uno de los miradores más famosos para disfrutar de la puesta de sol al son de los tambores, junto a la Torre del Pirata y muy cerca de Atlantis, punto importante en nuestra ruta hippie. Atlantis, o Sa Pedrera de Cala D´Hort, fue la cantera donde se extrajeron las rocas con las que después se construyó la muralla de Dalt Vila, el centro histórico de la ciudad de Ibiza. La mano del hombre, en este caso, convirtió el lugar en una especie de paisaje onírico que los hippies de los años 60 utilizaron como centro de culto. De hecho, algunas de las cuevas todavía están decoradas con imágenes pintadas o talladas de Buda o frases sobre la libertad. Un perfecto lugar para la meditación, si uno todavía se encuentra con fuerzas después de bajar hasta esta particular cala.
LA IBIZA HIPPY
Dicen que la libertad de Ibiza ha existido siempre, desde tiempos remotos, unida a las costumbres más tradicionales de sus gentes, lo que junto a la llegada de jóvenes, en su mayoría americanos huyendo de su país en protesta por la Guerra de Vietnam y que, siguiendo el movimiento hippie, desembarcaron a golpe de tambor y colores en la isla, la convirtieron desde los años 60 del siglo XX en un auténtico centro de peregrinaje del movimiento. Ellos trajeron sus aires de apertura, pero la isla contaba por sí misma con una importante fama de lugar místico, de paraje de leyenda y sus bellos paisajes eran ya en la época cartaginense considerados como sagrados. El islote mágico de Es Vedrá, nombre que recibe una puntiaguda superficie rocosa situada frente a la costa suroeste, es quizá el punto que más leyendas y fama aglutina, ya que dicen que adquirió propiedades de acumulación de energía al separarse de Ibiza. Su fama en este ámbito es tal que hasta se le ha llegado a relacionar con avistamientos de ovnis.
A pesar de que con la llegada del turismo masivo a finales de los 70 y en los 80 del siglo pasado el movimiento hippie fue perdiendo fuerza en la isla, lo cierto es que todavía hoy es posible encontrar resquicios de lo que un día trajeron aquellos jóvenes y sus cánticos de libertad. Frente a Es Vedrá, por ejemplo, se sitúa uno de los miradores más famosos para disfrutar de la puesta de sol al son de los tambores, junto a la Torre del Pirata y muy cerca de Atlantis, punto importante en nuestra ruta hippie. Atlantis, o Sa Pedrera de Cala D´Hort, fue la cantera donde se extrajeron las rocas con las que después se construyó la muralla de Dalt Vila, el centro histórico de la ciudad de Ibiza. La mano del hombre, en este caso, convirtió el lugar en una especie de paisaje onírico que los hippies de los años 60 utilizaron como centro de culto. De hecho, algunas de las cuevas todavía están decoradas con imágenes pintadas o talladas de Buda o frases sobre la libertad. Un perfecto lugar para la meditación, si uno todavía se encuentra con fuerzas después de bajar hasta esta particular cala.
Otra zona importante en la Ibiza hippie es Es Canar, entre la localidad de Santa Eulalia del Río y San Carlos. En los años 70 el Hotel Club Punta Arabí, allí situado, ofreció a los hippies de toda Ibiza la posibilidad de poder vender sus propias artesanías o artículos curiosos traídos desde sus lugares de origen en un área cercana a su establecimiento, para que así sus huéspedes tuvieran una oferta de ocio más. Muy cerca, en San Carlos, un restaurante local que se había convertido años antes en lugar de celebraciones para los lugareños, Las Dalias, aprovechó el tirón del mercadillo de Es Canar y fue utilizado por los hippies para festejar el final del miércoles de trabajo. Fue así como estos dos lugares se convirtieron en todo un icono que ha llegado hasta nuestros días: el Hippy Market de Punta Arabí y Las Dalias, que además cuenta con su propio mercadillo y un recinto que, además de ofrecer conciertos en el periodo estival, tiene su propia fiesta semanal de ambiente hippie llamada Namasté y celebrada, como no podía ser de otro modo, los miércoles por la noche.
Quizá estos dos últimos lugares sean los menos frecuentados por turistas, ya que se encuentran al noroeste de la isla, alejados de las zonas más fiesteras y de las calas más concurridas, situadas en la costa oeste, en los alrededores de la ciudad de San Antonio. No demasiado lejos de Las Dalias y para los hippies más sibaritas, Atzaró Agroturismo, un maravilloso hotel rural en el interior de la isla, organiza festivales varias veces al año que incluyen clases de yoga, meditación, puestos de comida saludable y hasta tarot y lectura de manos. El yoga es, de hecho, un ejercicio habitual en el día a día de Ibiza y no es difícil encontrar centros repartidos por toda la isla y hasta clases algo más especiales, como sesiones a la luz de la luna o al anochecer.
Quizá estos dos últimos lugares sean los menos frecuentados por turistas, ya que se encuentran al noroeste de la isla, alejados de las zonas más fiesteras y de las calas más concurridas, situadas en la costa oeste, en los alrededores de la ciudad de San Antonio. No demasiado lejos de Las Dalias y para los hippies más sibaritas, Atzaró Agroturismo, un maravilloso hotel rural en el interior de la isla, organiza festivales varias veces al año que incluyen clases de yoga, meditación, puestos de comida saludable y hasta tarot y lectura de manos. El yoga es, de hecho, un ejercicio habitual en el día a día de Ibiza y no es difícil encontrar centros repartidos por toda la isla y hasta clases algo más especiales, como sesiones a la luz de la luna o al anochecer.
Al norte, la luz del sol chocando en las olas de Benirrás conquistó a un grupo de hippies que decidieron asentarse en ella y crear la fiesta de los tambores, que actualmente multitud de personas siguen disfrutando los domingos por la tarde. Se trata de un espectáculo único... pero bastante famoso, por lo que la cantidad de gente que se concentra en la pequeña playa es muy numeroso, sobre todo en los meses centrales del verano.
A pesar de ello y con el ritmo de los tambores de Benirrás, los puestos de los mercadillos, el naturismo de las calas y la libertad de las zonas rurales, el espíritu hippie de la isla sigue vivo. Que lo siga estando le toca decidirlo a las nuevas generaciones de viajeros. La energía de Es Vedrá, sin duda, les guiará.
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