Las vacaciones perfectas en una isla paradisíaca de las Bahamas se convierten en una pesadilla cuando los protagonistas se topan con la Casa Encantada de Harbour Island... así podría comenzar la sinopsis de una TV Movie de terror, pero en este caso hay una particularidad: la isla y la casa no forman parte de ningún decorado. ¿Halloween en una de las islas Bahamas? Sí, ¡es posible!
HARBOUR ISLAND, LA ISLA DE ARENA ROSADA
Bahamas es un país formado por más de setecientas islas, cayos e islotes cuya belleza es conocida mundialmente... e incluso más allá, ya que dicen que los impresionantes tonos de azul del agua que baña sus costas es perfectamente distinguible desde el espacio exterior. Pero no es necesario viajar hasta allí arriba para comprobarlo: el archipiélago es un paraíso visible para todos aquellos que se acercan a él. Tanto que en sus costas se grabaron algunas de las espectaculares escenas de las películas de Piratas del Caribe.
A pesar de ser Nassau, su capital, el lugar más popular y del que ya te hablamos en un post anterior, Bahamas esconde muchos más secretos. ¿El mejor ejemplo de ello? La pequeña Harbour Island, sus más de cinco kilómetros de playa de arena rosada, sus casitas de estilo colonial... y su no tan conocida Casa Encantada. La historia detrás de este lugar es perfecta para ser contada un 31 de octubre.... ¡Feliz Halloween desde el paraíso!
Bahamas es un país formado por más de setecientas islas, cayos e islotes cuya belleza es conocida mundialmente... e incluso más allá, ya que dicen que los impresionantes tonos de azul del agua que baña sus costas es perfectamente distinguible desde el espacio exterior. Pero no es necesario viajar hasta allí arriba para comprobarlo: el archipiélago es un paraíso visible para todos aquellos que se acercan a él. Tanto que en sus costas se grabaron algunas de las espectaculares escenas de las películas de Piratas del Caribe.
A pesar de ser Nassau, su capital, el lugar más popular y del que ya te hablamos en un post anterior, Bahamas esconde muchos más secretos. ¿El mejor ejemplo de ello? La pequeña Harbour Island, sus más de cinco kilómetros de playa de arena rosada, sus casitas de estilo colonial... y su no tan conocida Casa Encantada. La historia detrás de este lugar es perfecta para ser contada un 31 de octubre.... ¡Feliz Halloween desde el paraíso!
LA MANSIÓN GLEN STEWART
La isla de Harbour se encuentra cerca de Eleuthera y hasta ella se puede llegar en ferry desde Nassau. Su pequeño tamaño hace que muchos viajeros decidan visitarla durante el día para volver a sus destinos de origen al atardecer, si bien un par de días en la isla merecen la pena si se busca un lugar relajante y paradisíaco. Dunmore Town es el pueblo principal y al que llegan los barcos, formado por calles algo destartaladas y salpicadas de casas de estilo colonial con sus fachadas pintadas en diferentes colores, casi todos de tono pastel. Un entorno tranquilo y un ambiente agradable. Las distancias en la isla son cortas, uno puede caminar o alquilar uno de los cochecitos que normalmente se utilizan en campos de golf y que son aquí muy populares para moverse de un lugar a otro. Éstos pueden alquilarse rápidamente al bajar del ferry y a pie de muelle.
La isla de Harbour se encuentra cerca de Eleuthera y hasta ella se puede llegar en ferry desde Nassau. Su pequeño tamaño hace que muchos viajeros decidan visitarla durante el día para volver a sus destinos de origen al atardecer, si bien un par de días en la isla merecen la pena si se busca un lugar relajante y paradisíaco. Dunmore Town es el pueblo principal y al que llegan los barcos, formado por calles algo destartaladas y salpicadas de casas de estilo colonial con sus fachadas pintadas en diferentes colores, casi todos de tono pastel. Un entorno tranquilo y un ambiente agradable. Las distancias en la isla son cortas, uno puede caminar o alquilar uno de los cochecitos que normalmente se utilizan en campos de golf y que son aquí muy populares para moverse de un lugar a otro. Éstos pueden alquilarse rápidamente al bajar del ferry y a pie de muelle.
Como en casi todas las islas pequeñas, la vida social y de ocio se concentra en la costa, en su ya nombrada playa rosa, y en los distintos hoteles repartidos por el territorio, además de algún que otro café. Sin embargo, esta vida es muy relajada y prácticamente inexistente al caer sol, por lo que se trata de un destino puramente de sol y playa. |
Nada más llegar, las imágenes bucólicas de palmeras, vegetación y casas de colores sorprenden reflejadas en el agua cristalina, turquesa y de muchos otros tonos de azul del agua del mar. Entre las casas, en muchas de las esquinas de las calles, señales de madera en forma de flecha indican los distintos destinos a los que puedes llegar en la isla: algún que otro restaurante, el hotel más cercano... y las palabras Haunted House en letras blancas sobre pintura rosa. La Casa Encantada de Glen Stewart, el primer dueño de la mansión. Imposible perdérsela, menos aún si se visita la isla a finales de octubre.
Llegar hasta la casa es fácil, uno puede caminar si no le importa hacerlo durante unos dos kilómetros y medio aproximadamente, o alquilar uno de los cochecitos de golf ya nombrados, siguiendo siempre las señales indicativas de madera o simplemente preguntando a los locales. La ruta se inicia en las calles aledañas al pequeño puerto de la isla y pasa en sus primeros tramos por la Antigua Iglesia Colonial... y el cementerio, ¿casualidad? Este camposanto es, además, uno antiguo, de lápidas y cruces de madera lacada en blanco castigadas por el paso del tiempo. Idóneo en cualquier caso para la ruta que tenemos entre manos.
Al llegar a la casa ésta sorprende por su arquitectura, ahora en ruinas, y por su localización en mitad de la vegetación, diferentes tipos de árboles protegidos por el cielo azul. A pesar del mal estado del edificio todavía se distingue su color rosado y en pie se mantienen los arcos de las distintas entradas a la casa. Caminar por lo que una vez fueron los salones de la mansión no es escalofriante debido a las altas temperaturas del archipiélago, pero sí algo perturbador. La estancia principal ya no tiene techo, por lo que las paredes están desgastadas, al igual que los suelos y los arcos que dan a lo que debía ser la salida al jardín de la casa, con un árbol de raíces anchísimas que se alargan por el suelo desde el tronco hasta prácticamente la puerta de la mansión. Imaginar lo que un día debió ser este lugar, en tiempos coloniales, le otorga un carácter algo romántico.
A pesar de que la leyenda varía según quien la cuente, la mayoría de los locales dicen que la casa se construyó en los años 40 del siglo XX y que fue ocupada por una joven pareja que acababa de casarse. Hablan de su historia de amor como un cuento de hadas conocido en toda la isla, un idilio que culminó en una boda que seguramente se convirtió en el evento más comentado de la época en Harbour Island. Sin embargo, días después, los lugareños vieron a la novia salir de la casa corriendo despavorida y llorando desconsolada. Seguidamente, fue su recién estrenado marido el que salió tras ella dejando todas sus pertenencias, regalos de boda e incluso el almuerzo servido en la mesa del comedor principal. Nadie volvió a verlos jamás. Dicen, sin embargo, que unos niños que jugaban en los alrededores les vieron, pero sus figuras eran algo etéreas... fantasmales. Desde entonces, la leyenda comenzó a crecer y la casa se abandonó por miedo a que los fantasmas del joven matrimonio volvieran a aparecer en busca de sus regalos de boda dejados atrás.
A pesar de que la leyenda varía según quien la cuente, la mayoría de los locales dicen que la casa se construyó en los años 40 del siglo XX y que fue ocupada por una joven pareja que acababa de casarse. Hablan de su historia de amor como un cuento de hadas conocido en toda la isla, un idilio que culminó en una boda que seguramente se convirtió en el evento más comentado de la época en Harbour Island. Sin embargo, días después, los lugareños vieron a la novia salir de la casa corriendo despavorida y llorando desconsolada. Seguidamente, fue su recién estrenado marido el que salió tras ella dejando todas sus pertenencias, regalos de boda e incluso el almuerzo servido en la mesa del comedor principal. Nadie volvió a verlos jamás. Dicen, sin embargo, que unos niños que jugaban en los alrededores les vieron, pero sus figuras eran algo etéreas... fantasmales. Desde entonces, la leyenda comenzó a crecer y la casa se abandonó por miedo a que los fantasmas del joven matrimonio volvieran a aparecer en busca de sus regalos de boda dejados atrás.
Lejos ya de la historia o, más bien, leyenda, el lugar merece la pena por la belleza decadente del edificio y porque, cosas del turismo, está ubicado actualmente al lado del restaurante Acquapazza, un buen lugar para comer con vistas al mar. Al terminar, caminando se puede llegar hasta una de las primeras entradas a la famosa playa rosa. ¿Puede haber mejor manera de celebrar Halloween?