Luis LÓPEZ GALÁN
Todos tenemos en mente el mapa geográfico de África, el continente de los misterios, ese mapa que bien podría ser la silueta del cuerpo entero de uno de los cientos de animales salvajes y maravillosos que en esta tierra habitan. Si uno lo mira, de hecho, como si ese mapa fuera un cuerpo, un pequeño país ocupa el espacio de lo que debería ser su corazón. Ese país es Ruanda, la legendaria tierra de las mil colinas. En la madrugada de un día en el que marzo comenzaba a finalizar, decidimos adentrarnos en el corazón de África para descubrir que sus latidos provienen de los golpes de pecho de unos fascinantes animales. ¿Te atreves a descubrirlos?
RWANDA, LA TIERRA DE LAS MIL COLINAS
Ruanda es un pequeño país situado en el interior de la región de África del Este que en los últimos años ha comenzado a destacar como economía emergente del continente. Este factor, el hecho de que se esté convirtiendo poco a poco en un destino de negocios ha hecho que, junto a otros motivos, una de las experiencia viajeras más impresionantes probablemente del mundo pase sin embargo casi desapercibida. También influye el hecho de que Ruanda se encuentre rodeado de destinos turísticos tan conocidos como Kenya y Tanzania. Además, los esfuerzos del gobierno del país tras el genocidio de 1994 se han centrado en que el territorio ofrezca una imagen de paz y serenidad, si bien una vez dentro de Ruanda ésto se materializa en una represión social y de libertades de sus ciudadanos. En cualquier caso y no siendo este asunto el que nos ocupa, el viajero puede disfrutar en el país de una calma y organización cívica difícil de encontrar en otros países africanos.
Cuando uno aterriza en Kigali, la capital, rápidamente se percata de la razón por la cual el país es conocido como la tierra de las mil colinas: todas las calles y carreteras lo son. Pero para llegar a nuestro destino, al norte, las colinas de Kigali deben quedar atrás. Y así ocurrió cuando, de madrugada, abandonamos la capital en busca de un de las experiencias viajeras más impresionantes que uno puede imaginar.
Ruanda es un pequeño país situado en el interior de la región de África del Este que en los últimos años ha comenzado a destacar como economía emergente del continente. Este factor, el hecho de que se esté convirtiendo poco a poco en un destino de negocios ha hecho que, junto a otros motivos, una de las experiencia viajeras más impresionantes probablemente del mundo pase sin embargo casi desapercibida. También influye el hecho de que Ruanda se encuentre rodeado de destinos turísticos tan conocidos como Kenya y Tanzania. Además, los esfuerzos del gobierno del país tras el genocidio de 1994 se han centrado en que el territorio ofrezca una imagen de paz y serenidad, si bien una vez dentro de Ruanda ésto se materializa en una represión social y de libertades de sus ciudadanos. En cualquier caso y no siendo este asunto el que nos ocupa, el viajero puede disfrutar en el país de una calma y organización cívica difícil de encontrar en otros países africanos.
Cuando uno aterriza en Kigali, la capital, rápidamente se percata de la razón por la cual el país es conocido como la tierra de las mil colinas: todas las calles y carreteras lo son. Pero para llegar a nuestro destino, al norte, las colinas de Kigali deben quedar atrás. Y así ocurrió cuando, de madrugada, abandonamos la capital en busca de un de las experiencias viajeras más impresionantes que uno puede imaginar.
VOLCANOES NATIONAL PARK
El Parque Nacional de los Volcanes (o Volcanoes National Park) es una enorme reserva natural que ocupa territorios de Ruanda, Uganda y la República Democrática del Congo. En su interior, seis impresionantes volcanes se levantan hacia las nubes formando a su alrededor un espectáculo de pura jungla africana, naturaleza viva, repleta de una fauna de leyenda compuesta de elefantes, serpientes, búfalos y, la razón de nuestro viaje, gorilas.
A pesar de que el Parque Nacional, que cuenta con esta denominación desde 1925, es probablemente el lugar más importante de Ruanda, llegar hasta él no es sencillo. El primer problema, y uno bastante grande, es su precio (detalles al final de este post). El permiso para acceder es ridículamente caro y carece de sentido, sobre todo si tenemos en cuenta que se trata de uno de los pocos atractivos turísticos del país. Llegados a este punto, lo preferible es pensar que de verdad ese dinero será invertido en la protección de los animales y la vida local de la zona, aunque cueste creerlo al comprobar la falta de desarrollo de los pueblos cercanos al lugar. Por otro lado, el elevado precio de la experiencia hace que no esté masificada de turismo. Otro problema es, ahora sí, llegar físicamente al Parque, ya que el permiso no incluye transporte ni alojamiento y la experiencia comienza a las 7:30 AM. La solución pasa por dormir en algún lugar cercano o por salir (muy) temprano de Kigali. En nuestro caso, nos decantamos por la última ma opción. Qué le vamos a hacer, nos gusta el riesgo.
El Parque Nacional de los Volcanes (o Volcanoes National Park) es una enorme reserva natural que ocupa territorios de Ruanda, Uganda y la República Democrática del Congo. En su interior, seis impresionantes volcanes se levantan hacia las nubes formando a su alrededor un espectáculo de pura jungla africana, naturaleza viva, repleta de una fauna de leyenda compuesta de elefantes, serpientes, búfalos y, la razón de nuestro viaje, gorilas.
A pesar de que el Parque Nacional, que cuenta con esta denominación desde 1925, es probablemente el lugar más importante de Ruanda, llegar hasta él no es sencillo. El primer problema, y uno bastante grande, es su precio (detalles al final de este post). El permiso para acceder es ridículamente caro y carece de sentido, sobre todo si tenemos en cuenta que se trata de uno de los pocos atractivos turísticos del país. Llegados a este punto, lo preferible es pensar que de verdad ese dinero será invertido en la protección de los animales y la vida local de la zona, aunque cueste creerlo al comprobar la falta de desarrollo de los pueblos cercanos al lugar. Por otro lado, el elevado precio de la experiencia hace que no esté masificada de turismo. Otro problema es, ahora sí, llegar físicamente al Parque, ya que el permiso no incluye transporte ni alojamiento y la experiencia comienza a las 7:30 AM. La solución pasa por dormir en algún lugar cercano o por salir (muy) temprano de Kigali. En nuestro caso, nos decantamos por la última ma opción. Qué le vamos a hacer, nos gusta el riesgo.
CAMINANDO ENTRE GORILAS
Después de pagos y preparativos (consejos para hacerlo al final de este post), en nuestro caso comenzamos una noche, o una mañana, a eso de las 4:30 AM, todavía noche cerrada y con las primeras mujeres comenzando a bajar de la montaña a Kigali con sus cestas de hermosas y brillantes frutas sobre sus cabezas. Este hecho es una constante en toda carretera del país, sin importar lo lejos que esté de algún pueblo o ciudad: siempre hay gente caminando.
La capital de Ruanda, Kigali, se encuentra a unas dos horas y media del Parque Nacional de los Volcanes, pero conviene salir con tiempo para lograr llegar hasta el punto de encuentro en Kinigi. Desde la capital, nuestro conductor Emile, un simpático ruandés, nos llevó entre colinas y montañas hasta el lugar antes de lo previsto. Una vez allí y para combatir el frío de la mañana, los minutos se amenizan con café, algo indispensable en una aventura de Espresso Fiorentino, té y danzas tradicionales ruandesas. Así, con el alba, nuestro café humeaba al ritmo de los tambores, las mujeres y sus cestas y los bailes de hombres que intentaban asemejarse a fieros animales.
Tras esta introducción cultural, los guías dividen a los viajeros en grupos que, a su vez, visitarán a una familia de gorilas diferente. Así es como se organizan estos animales que tan parecidos son a los humanos: en familias. Cada una cuenta con el jefe, el macho alfa, el espalda plateada o silver back y encargado de proteger y mantener unida a la familia. En nuestro caso, la suerte quiso que aquel día visitáramos a los Amahoro, un término que aunque quiere decir 'paz' no hizo demasiada justicia a su significado...
Después de pagos y preparativos (consejos para hacerlo al final de este post), en nuestro caso comenzamos una noche, o una mañana, a eso de las 4:30 AM, todavía noche cerrada y con las primeras mujeres comenzando a bajar de la montaña a Kigali con sus cestas de hermosas y brillantes frutas sobre sus cabezas. Este hecho es una constante en toda carretera del país, sin importar lo lejos que esté de algún pueblo o ciudad: siempre hay gente caminando.
La capital de Ruanda, Kigali, se encuentra a unas dos horas y media del Parque Nacional de los Volcanes, pero conviene salir con tiempo para lograr llegar hasta el punto de encuentro en Kinigi. Desde la capital, nuestro conductor Emile, un simpático ruandés, nos llevó entre colinas y montañas hasta el lugar antes de lo previsto. Una vez allí y para combatir el frío de la mañana, los minutos se amenizan con café, algo indispensable en una aventura de Espresso Fiorentino, té y danzas tradicionales ruandesas. Así, con el alba, nuestro café humeaba al ritmo de los tambores, las mujeres y sus cestas y los bailes de hombres que intentaban asemejarse a fieros animales.
Tras esta introducción cultural, los guías dividen a los viajeros en grupos que, a su vez, visitarán a una familia de gorilas diferente. Así es como se organizan estos animales que tan parecidos son a los humanos: en familias. Cada una cuenta con el jefe, el macho alfa, el espalda plateada o silver back y encargado de proteger y mantener unida a la familia. En nuestro caso, la suerte quiso que aquel día visitáramos a los Amahoro, un término que aunque quiere decir 'paz' no hizo demasiada justicia a su significado...
El trekking o caminata a través del Parque Nacional de los Volcanes no es, en absoluto, una atracción adaptada y modificada para el turismo; es la pura realidad, la jungla. Buena muestra de ello es la compañía de cada grupo de viajeros: varios guías y un par de militares armados, por si acaso. Adentrarse en ella, en la jungla africana, fue sin embargo una parte inesperada y maravillosa de la aventura. Acompañados de un bastón de madera, comenzamos a adentrarnos entre bambúes, palmeras y todo tipo de árboles y matorrales enlazados los unos a los otros impidiéndonos el paso en numerosas ocasiones. A ello había que añadirle el suelo resbaladizo de los senderos que uno de los guías iba abriendo entre rama y hojas con su machete, suelo de barro provocado por las lluvias intermitentes que caían sobre nosotros. Además, caprichos de la naturaleza, uno debía agarrarse a las ramas para no tropezar con las raíces que crecen a sus anchas poniendo zancadillas al visitante. Agarrar, eso sí, con cuidado de no rozar ninguna hortiga, pues en ese caso habría uno preferido caer al suelo entre barro y raíces, algo inevitable por otro lado debido a la pendiente del volcán.
Nuestra familia de gorilas, los Amahoro, decidieron aquella mañana descansar en el centro del cráter de uno de los volcanes, un lugar ya repleto de naturaleza y sin signos de erupción. Para llegar allí, como es obvio, debimos subir hasta la cima, el borde mismo del volcán, para volver a bajar hacia el cráter (teniendo en mente que el camino de regreso habría de ser el mismo). En aquel momento y dada la pendiente del volcán, decidimos entregarnos a la diversión y terminamos utilizando la ladera entre risas casi como si fuera un tobogán de barro. A situaciones desesperadas... bueno, al menos nos queda la risa.
Nuestra familia de gorilas, los Amahoro, decidieron aquella mañana descansar en el centro del cráter de uno de los volcanes, un lugar ya repleto de naturaleza y sin signos de erupción. Para llegar allí, como es obvio, debimos subir hasta la cima, el borde mismo del volcán, para volver a bajar hacia el cráter (teniendo en mente que el camino de regreso habría de ser el mismo). En aquel momento y dada la pendiente del volcán, decidimos entregarnos a la diversión y terminamos utilizando la ladera entre risas casi como si fuera un tobogán de barro. A situaciones desesperadas... bueno, al menos nos queda la risa.
Una vez dentro del cráter, rodeados por las laderas verdes del volcán y entre susurros, unos enormes bultos negros como el carbón comenzaron a moverse a unos metros de nosotros. Allí estaban, relajados, en calma, tumbados o jugando, unos diez gorilas de diversos tamaños haciendo caso omiso a nuestra presencia. Pese a ello, es necesario y obligatorio cumplir ciertas normas además de mantener un tono no elevado de voz; también se debe permanecer en grupo en todo momento, nunca entorpecer el camino de un gorila y emitir cierto sonido gutural que el guía previamente te habrá enseñado, un ruido con la garganta parecido a un tosido que los gorilas entienden con el mismo mensaje de la bandera blanca: venimos en son de paz.
De repente los gorilas estaban por todas partes. Unos jugaban, otros parecían dormir, alguno escalaba el tronco de un árbol y un par despedazaban las ramas de ciertos arbustos para comer tranquilamente ante nuestra mirada curiosa. Observarlos en plena naturaleza, en su hábitat natural, es algo indescriptible. Eso debía pensar cada día la famosa zoóloga estadounidense Diane Fossey, que pasó toda su vida estudiando el comportamiento de estos gorilas y cuya tumba, de hecho, se encuentran entre dos de los volcanes de este Parque.
De repente los gorilas estaban por todas partes. Unos jugaban, otros parecían dormir, alguno escalaba el tronco de un árbol y un par despedazaban las ramas de ciertos arbustos para comer tranquilamente ante nuestra mirada curiosa. Observarlos en plena naturaleza, en su hábitat natural, es algo indescriptible. Eso debía pensar cada día la famosa zoóloga estadounidense Diane Fossey, que pasó toda su vida estudiando el comportamiento de estos gorilas y cuya tumba, de hecho, se encuentran entre dos de los volcanes de este Parque.
Pero no es Amahoro o 'paz' todo lo que reluce, algo que comprobó un miembro de nuestro equipo cuando el espalda plateada, el jefe de la familia, se lo encontró en su camino, agarró su pantalón con fuerza y lo intentó arrastrar durante unos segundos. Afortunadamente, todo quedó en un susto, y quizá era eso todo lo que el enorme animal quería, pero la moraleja del día quedó clara: ¡nunca entorpezcas el camino de un gorila!
Tras compartir el espacio de vida de los gorilas durante una hora aproximadamente, la aventura finaliza regresando de nuevo por las laderas de los volcanes hacia el exterior del Parque Nacional. A pesar de que nuestro trekking fue duro y cansado, depende de la situación de los gorilas y de cada familia de ellos que la experiencia sea más o menos lejana y dificultosa. Al fin y al cabo, son ellos los que deciden donde detenerse cada día y donde dormir cada noche, teniendo en cuenta que nunca utilizan el mismo lugar para dormir.
El cansancio del camino de regreso, el barro impregnado en ropa y piel y el dolor de alguna que otra articulación no eclipsan, sin embargo, ni un ápice al increíble recuerdo de haber caminado entre el verdor de los volcanes del norte los enormes gorilas de Ruanda.
El cansancio del camino de regreso, el barro impregnado en ropa y piel y el dolor de alguna que otra articulación no eclipsan, sin embargo, ni un ápice al increíble recuerdo de haber caminado entre el verdor de los volcanes del norte los enormes gorilas de Ruanda.
INFORMACIÓN ÚTIL
ORGANIZAR EL VIAJE: si bien existen distintas agencias de viajes y touroperadores que organizan la experiencia de los gorilas en Ruanda, en todas ellas se debe pagar el permiso para entrar al Parque Nacional. Los precios (2015) de este permiso son 750USD para extranjeros sin residencia, 350USD para extranjeros residentes y 45USD para ruandeses. Si decides organizar tu viaje por tu cuenta, deberás acudir a las oficinas de RDB (Rwanda Development Board) en Kigali para pagar tu permiso de entrada al Parque, ya que ninguna otra oficina de la ciudad los vende. Una vez obtenido, tendrás que pensar cómo llegar hasta allí. La mejor opción es alquilar un coche con conductor por un día (140USD aproximadamente) para llegar hasta allí y volver cuando termine la experiencia. Si decides optar por la opción de agencia de viajes, podrás dormir en algún hotel cerca del Parque para no madrugar tanto por la mañana y te incluirá el transporte también desde y hasta Kigali (dependiendo de la agencia unos 400-500USD).
CUÁNDO REALIZAR LA EXPERIENCIA: el trekking de los gorilas se puede realizar todos los días de la semana (consultar días festivos), incluso en temporada de lluvias.
HORARIO: todos los trekking comienzan las 7:30AM
DURACIÓN: la duración de la experiencia depende de la situación de los gorilas ese día. Habitualmente comienza a las 7:30AM y culmina sobre las 2PM-3PM aproximadamente.
QUÉ INCLUYE: el permiso no incluye transporte, alojamiento ni comida, a no ser que contrates los servicios de una agencia de viajes o touroperador. Dentro del Parque no se puede comer.
HOTELES CERCA DEL PARQUE: Gorilla Mountain View Lodge, Sabyinyo Silverback Lodge, Virunga Lodge, Mountain Gorillas Nest.
HOTELES RECOMENDADOS EN KIGALI: Kigali Serena Hotel, Grand Legacy Hotel, Galaxy Hotel, Hotel des Mille Collines.
ORGANIZAR EL VIAJE: si bien existen distintas agencias de viajes y touroperadores que organizan la experiencia de los gorilas en Ruanda, en todas ellas se debe pagar el permiso para entrar al Parque Nacional. Los precios (2015) de este permiso son 750USD para extranjeros sin residencia, 350USD para extranjeros residentes y 45USD para ruandeses. Si decides organizar tu viaje por tu cuenta, deberás acudir a las oficinas de RDB (Rwanda Development Board) en Kigali para pagar tu permiso de entrada al Parque, ya que ninguna otra oficina de la ciudad los vende. Una vez obtenido, tendrás que pensar cómo llegar hasta allí. La mejor opción es alquilar un coche con conductor por un día (140USD aproximadamente) para llegar hasta allí y volver cuando termine la experiencia. Si decides optar por la opción de agencia de viajes, podrás dormir en algún hotel cerca del Parque para no madrugar tanto por la mañana y te incluirá el transporte también desde y hasta Kigali (dependiendo de la agencia unos 400-500USD).
CUÁNDO REALIZAR LA EXPERIENCIA: el trekking de los gorilas se puede realizar todos los días de la semana (consultar días festivos), incluso en temporada de lluvias.
HORARIO: todos los trekking comienzan las 7:30AM
DURACIÓN: la duración de la experiencia depende de la situación de los gorilas ese día. Habitualmente comienza a las 7:30AM y culmina sobre las 2PM-3PM aproximadamente.
QUÉ INCLUYE: el permiso no incluye transporte, alojamiento ni comida, a no ser que contrates los servicios de una agencia de viajes o touroperador. Dentro del Parque no se puede comer.
HOTELES CERCA DEL PARQUE: Gorilla Mountain View Lodge, Sabyinyo Silverback Lodge, Virunga Lodge, Mountain Gorillas Nest.
HOTELES RECOMENDADOS EN KIGALI: Kigali Serena Hotel, Grand Legacy Hotel, Galaxy Hotel, Hotel des Mille Collines.
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