Luis LÓPEZ GALÁN
Los Ángeles es una de las ciudades más populares del mundo, una de esas metrópolis que encierran en sí mismas un sinfín de lugares emblemáticos: Hollywood, Sunset Boulevard, Beverly Hills, Santa Mónica, el Parque Griffith, Orange County... pero más allá de todos ellos, desde esta ciudad se puede realizar algo con lo que todo viajero sueña alguna vez en su vida. ¡Nos vamos de roadtrip!
LOS ÁNGELES: DIVERSIÓN Y CAOS
Para que el comienzo de nuestro viaje se convirtiera en algo parecido a un sueño (por algo estamos en la ciudad del cine, dijimos), nuestro trayecto empezó junto a una de las placas de la mítica Ruta 66, la que hace años unía Chicago con California atravesando los Estados Unidos. A pesar de que se reestructuró con el tiempo, todavía son muchos los viajeros que recorren la que hoy está denominada como 'Histórica Ruta 66'. Bien, todo fue un sueño porque la placa colocada en Santa Mónica, al fin y al cabo, no es más que eso. La ruta nunca llegó al océano pero, ¿qué importa? Aquí comenzó nuestro road trip.
Cruzar una ciudad como Los Ángeles, unas veces encantadora y otras muchas caótica, es toda una aventura. Los distintos panoramas y paisajes varían desde la ventanilla del automóvil: desde parques verdes y lujosos barrios de mansiones con alta seguridad a la puerta hasta barrios no tan aconsejables de edificios antiguos y calles algo menos limpias. Entre todos ellos, a su vez, se levantan enormes museos de múltiples cristales, grandes rascacielos y las más modernas superficies comerciales. Los Ángeles y sus contrastes.
Pero ahora debíamos salir de la ciudad (detalles más abajo), y así lo hicimos. L.A. queda atrás cuando la carretera I15N comienza a dejar California en el olvido. Entonces, el verde de sus parques se convierte, de repente, en puro desierto.
Para que el comienzo de nuestro viaje se convirtiera en algo parecido a un sueño (por algo estamos en la ciudad del cine, dijimos), nuestro trayecto empezó junto a una de las placas de la mítica Ruta 66, la que hace años unía Chicago con California atravesando los Estados Unidos. A pesar de que se reestructuró con el tiempo, todavía son muchos los viajeros que recorren la que hoy está denominada como 'Histórica Ruta 66'. Bien, todo fue un sueño porque la placa colocada en Santa Mónica, al fin y al cabo, no es más que eso. La ruta nunca llegó al océano pero, ¿qué importa? Aquí comenzó nuestro road trip.
Cruzar una ciudad como Los Ángeles, unas veces encantadora y otras muchas caótica, es toda una aventura. Los distintos panoramas y paisajes varían desde la ventanilla del automóvil: desde parques verdes y lujosos barrios de mansiones con alta seguridad a la puerta hasta barrios no tan aconsejables de edificios antiguos y calles algo menos limpias. Entre todos ellos, a su vez, se levantan enormes museos de múltiples cristales, grandes rascacielos y las más modernas superficies comerciales. Los Ángeles y sus contrastes.
Pero ahora debíamos salir de la ciudad (detalles más abajo), y así lo hicimos. L.A. queda atrás cuando la carretera I15N comienza a dejar California en el olvido. Entonces, el verde de sus parques se convierte, de repente, en puro desierto.
EL DESIERTO DE NEVADA
Conducidas algunas millas, ya con Los Ángeles en el recuerdo, el desierto de Nevada es el único protagonista del paisaje de la carretera, que se convierte en una especie de serpiente negra que atraviesa la arena amarilla. No importa el lugar al que mires, es difícil encontrar algo más que el horizonte. Alguna estación de gasolina, quizá, las caravanas con las que te cruzas en el camino y, eso sí, miles de insectos que cubrirán el coche (y a ti) por completo en cuanto decidas detenerte, sobre todo si esa parada es nocturna. Recuerda, estás en pleno desierto. Y lo decimos por experiencia: parar el coche pasada la medianoche en una gasolinera no fue la idea más acertada; la persona que conducía tuvo que dar varias vueltas sobre sí mismo para poder despegarlos de la carrocería.
Este tipo de rutas son, sin embargo, las que sacan a relucir el espíritu viajero y aventurero que todos llevamos dentro. ¿Quién no ha visto esa carretera infinita que separa la arena en dos mitades en miles de películas? Son tan largas que un avión podría aterrizar en ellas sin ninguna dificultad ¿Quién no ha soñado con tomar el coche y conducir hasta la misma línea del horizonte dejándose guiar por las señales estadounidenses, esos símbolos tan cinematográficos? ¡Con ese pensamiento es fácil disfrutar del camino! Se hace largo, es cierto. Son 4 horas de viaje, está bien pero, ¡tenemos country en la radio!
Conducidas algunas millas, ya con Los Ángeles en el recuerdo, el desierto de Nevada es el único protagonista del paisaje de la carretera, que se convierte en una especie de serpiente negra que atraviesa la arena amarilla. No importa el lugar al que mires, es difícil encontrar algo más que el horizonte. Alguna estación de gasolina, quizá, las caravanas con las que te cruzas en el camino y, eso sí, miles de insectos que cubrirán el coche (y a ti) por completo en cuanto decidas detenerte, sobre todo si esa parada es nocturna. Recuerda, estás en pleno desierto. Y lo decimos por experiencia: parar el coche pasada la medianoche en una gasolinera no fue la idea más acertada; la persona que conducía tuvo que dar varias vueltas sobre sí mismo para poder despegarlos de la carrocería.
Este tipo de rutas son, sin embargo, las que sacan a relucir el espíritu viajero y aventurero que todos llevamos dentro. ¿Quién no ha visto esa carretera infinita que separa la arena en dos mitades en miles de películas? Son tan largas que un avión podría aterrizar en ellas sin ninguna dificultad ¿Quién no ha soñado con tomar el coche y conducir hasta la misma línea del horizonte dejándose guiar por las señales estadounidenses, esos símbolos tan cinematográficos? ¡Con ese pensamiento es fácil disfrutar del camino! Se hace largo, es cierto. Son 4 horas de viaje, está bien pero, ¡tenemos country en la radio!
LAS VEGAS: ÚNICA Y ARTIFICIAL
Cuando la carretera comienza a asomarse a Las Vegas, la legendaria ciudad del juego, el paisaje también empieza poco a poco a cambiar: aparecen moteles (también muy 'peliculeros', de los de cadáver en la piscina) a ambos lados de la calzada, casinos de pequeño tamaño y letreros de neón con algunas letras fundidas y hasta parques de atracciones de dudosa calidad técnica y seguridad. Pero todos estos elementos forman juntos la entrada a una ciudad única, a una urbe que, de tan artificial, se convierte en un espectáculo maravilloso.
Llegar a Las Vegas es también parte del show: las luces de los casinos, el sonido de los coches, la música de las pool parties en el Caesar Hotel, el insoportable calor que parece salir del mismo suelo (al menos en nuestro caso, aunque varía en cada estación), las fuentes danzantes del Hotel Bellagio, la algarabía de una despedida de soltera al encontrarse con la cola que espera para asistir al concierto de Britney Spears. Las Vegas sigue su propio ritmo, su propio reloj. Puede que en ella todo sea mentira y, sin embargo, a nadie parece importarle.
Nuestro road trip culminó entre los casinos, los neones y los falsos canales del Hotel Venetian, la recreación de la ciudad italiana, tras decir adiós al caos de Los Ángeles, al verde de sus colinas y a la arena del desierto. Un viaje, varios panoramas y cientos de perspectivas. Y lo que vino después, bueno... what happens in Vegas, stay in Vegas.
Cuando la carretera comienza a asomarse a Las Vegas, la legendaria ciudad del juego, el paisaje también empieza poco a poco a cambiar: aparecen moteles (también muy 'peliculeros', de los de cadáver en la piscina) a ambos lados de la calzada, casinos de pequeño tamaño y letreros de neón con algunas letras fundidas y hasta parques de atracciones de dudosa calidad técnica y seguridad. Pero todos estos elementos forman juntos la entrada a una ciudad única, a una urbe que, de tan artificial, se convierte en un espectáculo maravilloso.
Llegar a Las Vegas es también parte del show: las luces de los casinos, el sonido de los coches, la música de las pool parties en el Caesar Hotel, el insoportable calor que parece salir del mismo suelo (al menos en nuestro caso, aunque varía en cada estación), las fuentes danzantes del Hotel Bellagio, la algarabía de una despedida de soltera al encontrarse con la cola que espera para asistir al concierto de Britney Spears. Las Vegas sigue su propio ritmo, su propio reloj. Puede que en ella todo sea mentira y, sin embargo, a nadie parece importarle.
Nuestro road trip culminó entre los casinos, los neones y los falsos canales del Hotel Venetian, la recreación de la ciudad italiana, tras decir adiós al caos de Los Ángeles, al verde de sus colinas y a la arena del desierto. Un viaje, varios panoramas y cientos de perspectivas. Y lo que vino después, bueno... what happens in Vegas, stay in Vegas.
ROAD TRIP: DE LOS ÁNGELES A LAS VEGAS
Cómo llegar: desde Los Ángeles, toma la US-101 S durante 0,5 millas. Después, entra en la I-15 N hasta encontrar la salida 41A, que te conducirá hasta S Las Vegas Bldv después de aproximadamente 3h y 50 min.
Cómo llegar: desde Los Ángeles, toma la US-101 S durante 0,5 millas. Después, entra en la I-15 N hasta encontrar la salida 41A, que te conducirá hasta S Las Vegas Bldv después de aproximadamente 3h y 50 min.
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