Luis LÓPEZ GALÁN
La ciudad de Córdoba es uno de los lugares más especiales (y también visitados) de Andalucía, al sur de España, gracias a las diferentes culturas y civilizaciones que la han ocupado a lo largo de los siglos y a los vestigios que han dejado en sus estrechas callejuelas. Y no son únicamente sus monumentos o edificios los que la hacen única, también el modo relajado de vivir de su gente, el clima y la gastronomía, donde el salmorejo y el rabo de toro son los protagonistas absolutos. Pero si hay algo que ha otorgado fama internacional a la ciudad es su Mezquita-Catedral, un imponente templo que nosotros decidimos visitar de una manera muy, muy especial: al caer la noche.
LA MEZQUITA-CATEDRAL DE CÓRDOBA
La Mezquita de Córdoba, rebautizada y reutilizada como Mezquita-Catedral en el devenir de su historia, es un monumento lleno de historia y con una deslumbrante belleza arquitectónica. Declarado Patrimonio de la Humanidad desde 1984, representa el edificio más importante del Occidente islámico y también uno de los puntos más turísticos de España con su mezcla de estilos omeya, gótico, renacentista y barroco.
Los primeros metros de la Mezquita se levantaron sobre la antigua basílica visigoda de San Vicente, demostrando que el lugar siempre estuvo relacionado con el culto religioso. La basílica fue compartida por cristianos y musulmanes durante algún tiempo hasta que Abderraman I la destruyera para construir el primer tramo del templo musulmán en el año 785. Años más tarde, el edificio fue adquiriendo esplendor y tamaño gracias a tres diferentes ampliaciones que le otorgaron la belleza de la que hoy podemos disfrutar: sus hermosos arcos de herradura, las cúpulas o los elementos dorados y las piedras preciosas de la maqsura y el mihrab.
Con la Reconquista cristiana y la salida de los musulmanes de la Península Ibérica, la Iglesia Católica proyectó una Catedral que honrara el carácter de la ciudad de Córdoba, un templo que contó con una característica muy particular: su construcción se realizó dentro de la misma Mezquita.
La Mezquita de Córdoba, rebautizada y reutilizada como Mezquita-Catedral en el devenir de su historia, es un monumento lleno de historia y con una deslumbrante belleza arquitectónica. Declarado Patrimonio de la Humanidad desde 1984, representa el edificio más importante del Occidente islámico y también uno de los puntos más turísticos de España con su mezcla de estilos omeya, gótico, renacentista y barroco.
Los primeros metros de la Mezquita se levantaron sobre la antigua basílica visigoda de San Vicente, demostrando que el lugar siempre estuvo relacionado con el culto religioso. La basílica fue compartida por cristianos y musulmanes durante algún tiempo hasta que Abderraman I la destruyera para construir el primer tramo del templo musulmán en el año 785. Años más tarde, el edificio fue adquiriendo esplendor y tamaño gracias a tres diferentes ampliaciones que le otorgaron la belleza de la que hoy podemos disfrutar: sus hermosos arcos de herradura, las cúpulas o los elementos dorados y las piedras preciosas de la maqsura y el mihrab.
Con la Reconquista cristiana y la salida de los musulmanes de la Península Ibérica, la Iglesia Católica proyectó una Catedral que honrara el carácter de la ciudad de Córdoba, un templo que contó con una característica muy particular: su construcción se realizó dentro de la misma Mezquita.
VISITA NOCTURNA A LA MEZQUITA
La Mezquita-Catedral de Córdoba es actualmente un templo católico que admite visitas diarias a excepción de las horas en las que se realizan actos litúrgicos. Sin embargo y como alguien nos recomendó, una de las maneras más singulares de visitarla es realizando la visita nocturna de la que también dispone, denominada de una manera muy poética: ''El alma de Córdoba'. Además, otra recomendación es hacer esta visita sin haber entrado al edificio con anterioridad. Las razones son claras: la espectacularidad del monumento se incrementa gracias al espectáculo de luces y sombras que ofrece esta visita tan especial. Como su nombre indica, el alma de la ciudad al descubierto.
Como somos muy obedientes en cuanto a las recomendaciones viajeras, hicimos lo propio reservando nuestra entrada para la visita nocturna a la Mezquita (las plazas son limitadas, por lo que es aconsejable comprar los tickets con antelación) y no la visitamos antes. Esto no es demasiado difícil, ya que Córdoba tiene múltiples atractivos y lugares que visitar además de su monumento principal.
Al caer la noche, la luz amarillenta de las farolas choca contra los muros exteriores de la Mezquita, envolviéndola en un halo casi mágico que comienza a meterte en ambiente justo antes de atravesar una de las puertas laterales para comenzar la visita (y no la puerta principal, como nuestro ticket indicaba, ¡cuidado!). Durante la visita nocturna no se pueden realizar fotografías ni vídeos, algo que se agradece, ya que se trata de una experiencia para disfrutar con los cinco sentidos.
Nada más entrar y tras recibir los modernos auriculares que guían la visita (adaptados de tal manera que no rozan el oído en ningún momento), el Patio de los Naranjos nos recibió a oscuras con uno de sus pasillos iluminado y dispuesto con sillas y una pantalla de vídeo. Así es como comienza el paseo nocturno de la Mezquita de Córdoba, con un vídeo explicativo, no demasiado largo y muy ameno en el que se narra de manera resumida la historia del monumento, todo acompañado por una música de película que te va acompañando durante todo el recorrido.
Tras el vídeo, atravesamos el patio y tanto la torre como la puerta principal se iluminaron para que nos sumergiéramos por fin en un mar de siluetas de arcos de herradura. Eso era todo lo que podíamos ver cuando entramos en la Mezquita, las sombras de lo que parecían, y de hecho eran, múltiples hileras de arcos. Cuando la música de los auriculares alcanzó un punto alto y emocionante, la luz se hizo presente iluminando poco a poco las filas de arcos a nuestro alrededor. De la nada, la Mezquita se abre, se llena de color y revive ante los ojos emocionados y las bocas abiertas de los visitantes. El impresionante edificio vacío iluminándose poco a poco a tu paso es una sensación inigualable.
La Mezquita-Catedral de Córdoba es actualmente un templo católico que admite visitas diarias a excepción de las horas en las que se realizan actos litúrgicos. Sin embargo y como alguien nos recomendó, una de las maneras más singulares de visitarla es realizando la visita nocturna de la que también dispone, denominada de una manera muy poética: ''El alma de Córdoba'. Además, otra recomendación es hacer esta visita sin haber entrado al edificio con anterioridad. Las razones son claras: la espectacularidad del monumento se incrementa gracias al espectáculo de luces y sombras que ofrece esta visita tan especial. Como su nombre indica, el alma de la ciudad al descubierto.
Como somos muy obedientes en cuanto a las recomendaciones viajeras, hicimos lo propio reservando nuestra entrada para la visita nocturna a la Mezquita (las plazas son limitadas, por lo que es aconsejable comprar los tickets con antelación) y no la visitamos antes. Esto no es demasiado difícil, ya que Córdoba tiene múltiples atractivos y lugares que visitar además de su monumento principal.
Al caer la noche, la luz amarillenta de las farolas choca contra los muros exteriores de la Mezquita, envolviéndola en un halo casi mágico que comienza a meterte en ambiente justo antes de atravesar una de las puertas laterales para comenzar la visita (y no la puerta principal, como nuestro ticket indicaba, ¡cuidado!). Durante la visita nocturna no se pueden realizar fotografías ni vídeos, algo que se agradece, ya que se trata de una experiencia para disfrutar con los cinco sentidos.
Nada más entrar y tras recibir los modernos auriculares que guían la visita (adaptados de tal manera que no rozan el oído en ningún momento), el Patio de los Naranjos nos recibió a oscuras con uno de sus pasillos iluminado y dispuesto con sillas y una pantalla de vídeo. Así es como comienza el paseo nocturno de la Mezquita de Córdoba, con un vídeo explicativo, no demasiado largo y muy ameno en el que se narra de manera resumida la historia del monumento, todo acompañado por una música de película que te va acompañando durante todo el recorrido.
Tras el vídeo, atravesamos el patio y tanto la torre como la puerta principal se iluminaron para que nos sumergiéramos por fin en un mar de siluetas de arcos de herradura. Eso era todo lo que podíamos ver cuando entramos en la Mezquita, las sombras de lo que parecían, y de hecho eran, múltiples hileras de arcos. Cuando la música de los auriculares alcanzó un punto alto y emocionante, la luz se hizo presente iluminando poco a poco las filas de arcos a nuestro alrededor. De la nada, la Mezquita se abre, se llena de color y revive ante los ojos emocionados y las bocas abiertas de los visitantes. El impresionante edificio vacío iluminándose poco a poco a tu paso es una sensación inigualable.
La visita continúa con los arcos del templo, las cúpulas y los altares iluminándose al paso del grupo mientras la música y las explicaciones se siguen desarrollando. Así, entre luces y sombras, el enorme tamaño del edificio se aprecia con mayor claridad. Las arcadas parecen calles de una ciudad de ensueño, de una ciudad laberíntica que repentinamente culmina en un enorme espacio de altísima cúpula y luz, mucha luz en comparación con el resto del templo: se trata de la Catedral, insertada entre los arcos. Este hecho puede ser polémico ('¿por qué no se construyó una nueva Catedral alejada de la Mezquita?'), pero como esto es algo que no podemos cambiar, ciertamente merece la pena admirar la mezcla de estilos y la singularidad de este hecho arquitectónico tan único.
Cuando la visita culmina y uno vuelve a la noche cordobesa, el recuerdo de los arcos de la Mezquita siguen dando vuelta por la memoria. La visita nocturna merece la pena a pesar de su precio, más elevado que el de la visita diurna, porque la luz y a la música la convierten en una auténtica experiencia viajera.
Cuando la visita culmina y uno vuelve a la noche cordobesa, el recuerdo de los arcos de la Mezquita siguen dando vuelta por la memoria. La visita nocturna merece la pena a pesar de su precio, más elevado que el de la visita diurna, porque la luz y a la música la convierten en una auténtica experiencia viajera.
INFORMACIÓN PRÁCTICA
Visita nocturna 'El alma de Córdoba', web oficial
Turnos (en invierno) en dos pases: 20h y 21:30h
Precio: 18€ por persona (9€ para estudiantes, niños y jubilados)
Venta de entradas aquí
Nota: las fotografías de este post fueron tomadas durante visita diurna al templo.
Visita nocturna 'El alma de Córdoba', web oficial
Turnos (en invierno) en dos pases: 20h y 21:30h
Precio: 18€ por persona (9€ para estudiantes, niños y jubilados)
Venta de entradas aquí
Nota: las fotografías de este post fueron tomadas durante visita diurna al templo.
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