Alejandro ROJAS
Marruecos es un país que ofrece un sinfín de experiencias inolvidables para el viajero atrevido. Entre tés de menta, regateos y aventuras varias, uno de los lugares más llamativos para un novato en el país es el Hammam. También conocido como baño árabe, el Hammam es una especie de sauna destinada a la limpieza del cuerpo. La suerte está hoy de mi lado y un amigo marroquí se ha decidido a invitarme a una sesión antes de que abandone Marruecos.
La cita comienza en su casa para tomar los “utensilios” requeridos: jabones, un guante áspero, una crema, unas jarras y un par de toallas para cada uno para después dirigirnos hacia “el mejor Hammam de la zona, que además es también el tradicional y no las variantes modernas”, me explica él. Y aquí es donde todo empieza a ponerse interesante.
Desde el principio se puede apreciar que se trata de un proceso cuidadosamente llevado a cabo. En primer lugar accedes a una sala bastante amplia, bien ventilada y con excelente iluminación. Una fuente (sin agua en este caso) en medio y algunas losetas azul rey y blanco la decoran y hay bancos alrededor para cambiarse. Ahí dejamos las cosas, quedando únicamente en ropa interior y listos para entrar.
Enseguida pasamos a un cuarto muy caliente donde hasta el suelo mismo quema. Aquí hay que esperar algunos minutos para comenzar a sudar. La luz es escasa y el vapor tampoco ayuda a la visibilidad. Pasado este tiempo se procede a untar una crema en todo el cuerpo y frotarla, la cual hace que la suciedad se despegue de la piel y las células muertas caigan. Una vez “untado”, otros diez minutos para que la crema haga efecto y para que provoque una sensación mentolada en el cuerpo. El lugar está muy caliente y tampoco es muy fácil respirar.
Ya que la crema hizo lo suyo se pasa a otro cuarto menos caliente en el que alguien “te bañará”: tumbado en el suelo, un hombre comienza a frotarte todo el cuerpo con un guante muy áspero (pero muy áspero). Impresiona ver cómo la piel y una suciedad de la que hasta ahora no conocíamos su existencia van cayendo lentamente. Una vez que termina la parte de atrás, va la de adelante: brazos, piernas, pecho, hasta la cara (sin mayor delicadeza que la espalda), cuello, manos… ya bien limpio continua un “masaje” del cual no es posible soltarse y más bien me parece un ex luchador recordando viejos tiempos.
Aquí termina el trabajo del hombre, sigue un cubetazo de agua tibia y el momento de relajarse (si es posible). Ya entonces se usa el jabón y cualquier otra cosa que se utilice en un baño normal, usando un cubo y un recipiente para el agua. No hay ningún lugar seco en la habitación y todo está resbaladizo así que la opción es sentarte en el suelo (y esperar que todo termine pronto).
Para acabar se pasa a un cuarto muy iluminado y más fresco en el cual se hace el último baño. Los azulejos son aquí color rosa pálido iluminados con luz artificial. El proceso que culminará el baño en el Hammam es más religioso y simbólico. Consiste en dividir el cuerpo en cuatro partes (arriba, abajo, izquierda, derecha), e ir enjuagando con agua cada una: las manos, después los pies, la cara, la boca, la nariz y por último la cabeza. Éste es el proceso que se realiza siempre antes de dirigirse a la mezquita para hacer el rezo.
Terminó. El proceso ha durado aproximadamente una hora y media. Volvemos a la sala donde comenzamos e intento recuperar el aliento y la temperatura; estoy sudando como enfermo y cuando me veo en el espejo noto sangre en el pecho y en la cara, la espalda está seguramente igual. Nada grave, solamente algunos raspones resultado del “tallado”, aunque por el dolor no puedo ponerme la camiseta.
Me enfrío un poco, bebo un vaso de agua, y c’est finit.
Es difícil ser fanático del tradicional Hammam, pero no hay razón para condenarlo. Eso sí, la segunda vez seré yo mismo el que me encargue de tiempos y "tallados".
Hammam en Marruecos
Lugar: todas las grandes ciudades del país cuentan con más de un Hammam tradicional, localizados normalmente dentro de las medinas. En los grandes hoteles también cuentan con baños de este tipo aunque caracterizados por ser más modernos y con un concepto más 'spa'. En Rabat, la capital, puedes vivir la experiencia en el Hammam Lalou (Avenue Lalou).
Precio: aunque depende bastante de la ciudad elegida (probablemente en ciudades muy turísticas como Marrakech el precio se eleve), en Rabat el precio de entrada y 'tallado' ronda los 50 dirhams. Si no se dispone de los utensilios para el baño, también se pueden comprar por otros 40 dirhams aproximadamente.
Equipación: como decimos, si no se dispone de los utensilios nombrados en el texto para realizar el baño, normalmente pueden adquirirse. De lo contrario, al estar situados normalmente dentro de las medinas, no es muy difícil encontrarlos en tiendas y puestos de calles aledañas.
Desde el principio se puede apreciar que se trata de un proceso cuidadosamente llevado a cabo. En primer lugar accedes a una sala bastante amplia, bien ventilada y con excelente iluminación. Una fuente (sin agua en este caso) en medio y algunas losetas azul rey y blanco la decoran y hay bancos alrededor para cambiarse. Ahí dejamos las cosas, quedando únicamente en ropa interior y listos para entrar.
Enseguida pasamos a un cuarto muy caliente donde hasta el suelo mismo quema. Aquí hay que esperar algunos minutos para comenzar a sudar. La luz es escasa y el vapor tampoco ayuda a la visibilidad. Pasado este tiempo se procede a untar una crema en todo el cuerpo y frotarla, la cual hace que la suciedad se despegue de la piel y las células muertas caigan. Una vez “untado”, otros diez minutos para que la crema haga efecto y para que provoque una sensación mentolada en el cuerpo. El lugar está muy caliente y tampoco es muy fácil respirar.
Ya que la crema hizo lo suyo se pasa a otro cuarto menos caliente en el que alguien “te bañará”: tumbado en el suelo, un hombre comienza a frotarte todo el cuerpo con un guante muy áspero (pero muy áspero). Impresiona ver cómo la piel y una suciedad de la que hasta ahora no conocíamos su existencia van cayendo lentamente. Una vez que termina la parte de atrás, va la de adelante: brazos, piernas, pecho, hasta la cara (sin mayor delicadeza que la espalda), cuello, manos… ya bien limpio continua un “masaje” del cual no es posible soltarse y más bien me parece un ex luchador recordando viejos tiempos.
Aquí termina el trabajo del hombre, sigue un cubetazo de agua tibia y el momento de relajarse (si es posible). Ya entonces se usa el jabón y cualquier otra cosa que se utilice en un baño normal, usando un cubo y un recipiente para el agua. No hay ningún lugar seco en la habitación y todo está resbaladizo así que la opción es sentarte en el suelo (y esperar que todo termine pronto).
Para acabar se pasa a un cuarto muy iluminado y más fresco en el cual se hace el último baño. Los azulejos son aquí color rosa pálido iluminados con luz artificial. El proceso que culminará el baño en el Hammam es más religioso y simbólico. Consiste en dividir el cuerpo en cuatro partes (arriba, abajo, izquierda, derecha), e ir enjuagando con agua cada una: las manos, después los pies, la cara, la boca, la nariz y por último la cabeza. Éste es el proceso que se realiza siempre antes de dirigirse a la mezquita para hacer el rezo.
Terminó. El proceso ha durado aproximadamente una hora y media. Volvemos a la sala donde comenzamos e intento recuperar el aliento y la temperatura; estoy sudando como enfermo y cuando me veo en el espejo noto sangre en el pecho y en la cara, la espalda está seguramente igual. Nada grave, solamente algunos raspones resultado del “tallado”, aunque por el dolor no puedo ponerme la camiseta.
Me enfrío un poco, bebo un vaso de agua, y c’est finit.
Es difícil ser fanático del tradicional Hammam, pero no hay razón para condenarlo. Eso sí, la segunda vez seré yo mismo el que me encargue de tiempos y "tallados".
Hammam en Marruecos
Lugar: todas las grandes ciudades del país cuentan con más de un Hammam tradicional, localizados normalmente dentro de las medinas. En los grandes hoteles también cuentan con baños de este tipo aunque caracterizados por ser más modernos y con un concepto más 'spa'. En Rabat, la capital, puedes vivir la experiencia en el Hammam Lalou (Avenue Lalou).
Precio: aunque depende bastante de la ciudad elegida (probablemente en ciudades muy turísticas como Marrakech el precio se eleve), en Rabat el precio de entrada y 'tallado' ronda los 50 dirhams. Si no se dispone de los utensilios para el baño, también se pueden comprar por otros 40 dirhams aproximadamente.
Equipación: como decimos, si no se dispone de los utensilios nombrados en el texto para realizar el baño, normalmente pueden adquirirse. De lo contrario, al estar situados normalmente dentro de las medinas, no es muy difícil encontrarlos en tiendas y puestos de calles aledañas.
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